«Si no sufre, no es For Ever» o «ganó a lo For Ever» son dos de las frases que «siempre» se escuchan cada vez que hay que hablar de Chaco For Ever.
Pero esta vez, el Negro está en la vereda de enfrente, ya que todo su pueblo festeja y a lo grande el regreso a la segunda categoría del fútbol nacional. La hoy llamada Primera Nacional, antes B Nacional o Nacional B, como se quiera llamar a la antesala de la A, la hoy Liga Profesional.
Lo cierto es que los festejos que se iniciaron el domingo en la Madre de las ciudades cuando el pitazo final de Monson Brizuela marcó el triunfo y el ascenso del Negro, continuaron ayer en Resistencia, donde el plantel conducido por un emblema del club como Daniel Cravero -el mismo que ya ascendiera como jugador y como técnico- fue recibido por «otra» multitud que se autoconvocó en el Gigante para darle las gracias a su gladiadores y ser también, por qué no, protagonista de la fiesta albinegra.
Es que pensar en For Ever sin su gente, no sería real. Tal y como lo demuestran pequeños ejemplos como que las 4 mil entradas que les había sido otorgadas para la gran final no duraron ni una jornada en las boleterías del club. O el grupo de hinchas que, desde el Obelisco, iniciaron su camino para llegar hasta Santiago del Estero para estar allí, junto al equipo en la gran final.
Es que For Ever es y se vive así: pura pasión. Una pasión que sirvió para sobreponerse a la casi extinción –se debe recordar el Gigante casi en ruinas «post quiebra»-, para el resurgimiento -futbolístico, si pero también institucional- y que hoy ve con agrado de propios y extraños como los sueños- en este caso albinegros- se hacen realidad.
Así que, justificada, con creces la fiesta -y la historia- que no tiene fin.
