Con fin de conocer el estado de la salud mental en el país, el Observatorio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) realizó el «Relevamiento del estado psicológico de la población argentina» en los principales centros urbanos con una muestra total de 2295 casos.
De esta forma se evaluó la sintomatología psicológica general e inespecífica, ansiosa y depresiva, y el riesgo suicida, de población adulta, de 18 a 65 años.
En segundo lugar, se analizó la relación entre síntomas psíquicos, rasgos patológicos de personalidad y conductas vinculadas con hábitos saludables y poco saludables. En tercer término, se indagó acerca del acceso de la población general a tratamientos de salud mental y la percepción de necesidad de los mismos, así como los posibles obstáculos para recibir atención.
Los resultados presentan elevados niveles de riesgo de padecer un trastorno mental. Este riesgo es significativamente mayor, en los participantes más jóvenes, que se autoperciben de sectores socioeconómicos bajos e informan menor nivel educativo. La actividad física se asocia con menor sintomatología y por el contrario el consumo de drogas tabaco con mayor sintomatología.
Los datos replican los observados en estudios previos, destacándose la necesidad de políticas activas de salud mental a través de la promoción de conductas saludables, el incremento del acceso a tratamientos psicológicos y el desaliento de las conductas problemáticas.
resultados
Entre los principales resultados se destacan que el 12,27% de los encuestados presenta riesgo de padecer un trastorno mental. Mientras que, quienes se perciben de sectores socioeconómicos bajos presentan mucho más riesgo que quienes se perciben de sectores medios y altos.
Si bien este porcentaje es similar al hallado en 2021, es muy superior a los porcentajes hallados durante el inicio de 2020. Es decir que no se ha vuelto a los niveles prepandémicos, sino que en 2021 y 2022 se encontraron porcentajes de riesgo de padecer trastornos mentales mayores a todo 2020.
Otro dato fundamental es que más del 50% de quienes no realizan tratamiento psicológico, dicen necesitarlo. El 34,75% tiene como impedimento no poder pagarlo. Es decir, las personas con mayor riesgo de padecer un trastorno mental son quienes tienen más dificultades para acceder a tratamientos psicológicos, siendo quienes más los necesitan.
Mientras que los niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida son mayores en personas más jóvenes y con un estatus socioeconómico auto percibido menor. También se evidenció que los participantes que realizan actividad física (44,79% del total) mostraron menores niveles de ansiedad y depresión que aquellos que no lo hacen.
Asimismo, el 54,55% de los participantes dice estar atravesando una crisis. De estos, el 49,44% mencionó una crisis económica. Luego se mencionó: crisis vital, familiar, de pareja, vocacional, duelo, de identidad y por violencia de diferentes tipos (familiar, género, laboral).
Ante el malestar psicológico el 40,44% dialoga con amigos/as, el 22,61% practica la oración, el 22,09% recurren a un profesional psicólogo/a, el 21,57% toma medicación sin especificar cuál, el 18,26% practica un deporte, y el 8,89% consume alcohol.
Otra señal de alarma es que el 75,95% presenta una alteración del sueño de algún tipo. El 38,61% presenta insomnio o sueño interrumpido, el 21,39% duerme menos de lo habitual y el 15,95% duerme más de lo habitual.
Del total de los participantes, el 35,25% toma medicación por un problema clínico (p. e., hipertensión), el 21,26% para disminuir la ansiedad, el 20,04% para dormir, el 16,38% para relajarse, el 13,81% para mejorar su estado de ánimo y el 11,63% para manejar sus «nervios».
El 30,46% de los participantes fuma tabaco y el 9,06% consume otras drogas.
Dentro de quienes consumen otras drogas, la marihuana es consumida por el 21,04%, la cocaína por el 4,11%, MDMA por el 0,47%, otras drogas sintéticas por el 0,39% y el 0,70% consume otras drogas de diseño. El 2,57% de todos los participantes considera tener un problema con las drogas.
Los participantes que informaron consumir drogas mostraron mayores niveles de sintomatología psicológica general.
recomendaciones
Ante esta situación, el Observatorio sostuvo que «el estado de salud mental requiere políticas de monitoreo, detección precoz e intervención». Por lo que recomendaron incrementar el acceso de la población a tratamientos psicológicos.
Además considerando que a actividad física y la práctica del yoga se asocian a menor sintomatología psicológica, ansiosa y depresiva, al tiempo que el consumo de drogas y tabaco se asocian a mayor sintomatología psicológica y riesgo suicida, recomendaron la instrumentación de políticas de promoción de la salud que alienten conductas saludables, desalienten conductas problemáticas.
«Conscientes de la importancia de conocer el estado psicológico de nuestra población, en nuestros estudios nos hemos propuesto recabar la sintomatología psicológica inespecífica, depresiva, ansiosa y el grado de riesgo suicida de la población, así como las conductas implementadas para lidiar con el malestar emocional experimentado.
Nuestra intención es obtener información que permita identificar el grado de malestar psicológico de nuestra población en el contexto actual y brindar información que pueda ser útil para el diseño de estrategias de promoción de la salud, por ejemplo, mediante el fomento de las conductas saludables para lidiar con este malestar, así como el desaliento de las conductas problemáticas.
La detección de problemas de salud mental que puedan aquejar a la población resulta particularmente importante, ya que promueve el acceso a tratamientos de la complejidad necesaria para su abordaje», describieron.
Si bien la Argentina cuenta con la mayor cantidad de psicólogos por habitante del mundo y fue uno de los primeros países de la región en profesionalizar la atención , los datos más objetivos no reflejan la prometedora prosperidad de aquellos tiempos.
Por otra parte, resaltaron que a diferencia de algunos otros países, la Argentina cuenta culturalmente con una valoración positiva con relación a los tratamientos psicológicos. La consulta o el tratamiento psicológico no son, en términos generales, considerados como un estigma que implique discriminación sobre el usuario. Esto podría aprovecharse en las políticas de salud mental.
Economía y salud mental
Los participantes con un nivel socioeconómico autopercibido más bajo y con un nivel educativo más bajo así como menor edad, mostraron los niveles más altos de malestar psicológico. Hallazgos previos muestran una consistente asociación entre nivel socioeconómico percibido y riesgo de trastornos mentales.
La desigualdad social promueve ambientes violentos. En la población infantil estos ambientes se asocian al riesgo de presentar patologías internalizadoras y externalizadoras.
Dadas las numerosas crisis económicas que ha sufrido el país, existe un cúmulo de evidencia que arroja luz sobre el impacto de las mismas a nivel psicológico. En una reciente revisión sistemática acerca del impacto de crisis económicas en la salud de los trabajadores (Mucci et al., 2016), realizada sobre la base de 19 estudios, se concluyó que la totalidad de estos estudios mostraron a estas crisis como un estresor significativo que generaba un impacto negativo en la salud mental de los sujetos.
Algunas investigaciones incluso se han centrado en estudiar la relación entre graves crisis económicas, la depresión y el suicidio desde la gran depresión de los años 30 en adelante.
Más recientemente Chang et al. (2013) encontraron que luego de la crisis económica de 2008, en un estudio que involucró a población de personas mayores de 15 años en 54 países, aumentaron los índices de suicidio en los países europeos y americanos, especialmente en hombres y en aquellos países que experimentaron mayores niveles de pérdida de empleo.
Ansiedad y depresión
La sintomatología ansiosa consiste en un estado de alerta, preocupación y excitación. Setrata de respuestas emocionales ante el peligro percibido, que afectan particularmente aspectos fisiológicos que indican la excitación e intensidad de los síntomas, como la activación automática y ciertos aspectos cognitivos, como pensamientos disfuncionales y exagerados. Los síntomas típicos son hormigueo, sensación de calor intenso, debilidad de piernas, incapacidad para relajarse, miedo, mareos, palpitaciones, sensación de ahogo y sudoración, miedo a perder el control, miedo a morir, entre otros.
La sintomatología depresiva consiste en tristeza, disminución de la capacidad para experimentar placer, pensamientos de contenido negativo (ruina, muerte, fracaso, autocrítica), disminución de la energía, retraimiento social, alteraciones en la atención, la memoria, el apetito (típicamente disminuído pero también puede estar incrementado), el sueño (típicamente insomnio pero puede existir hipersomnia), disminución de la libido, entre los más frecuentes.