El reciente informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA «Nuevos pobres, pobres más pobres y más desiguales: ¿Una crisis que va quedando atrás o un peor futuro por venir?» revela un incremento significativo en la pobreza y la desigualdad en las áreas urbanas de Argentina durante el primer trimestre de 2024.
El mismo sostiene que el ingreso promedio per cápita disminuyó un 20% en comparación con el año anterior, destacando una caída de ingresos reales y un aumento en la indigencia y pobreza.
Los resultados que se presentan en este informe se desprenden del informe sobre la Evolución de la Distribución del Ingreso del INDEC, elaborado a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) para 31 aglomerados urbanos, y correspondiente al primer trimestre de 2024. Para analizar los cambios socioeconómicos ocurridos durante el último año, se comparan estos datos oficiales con los vertidos también por el INDEC para el primer trimestre de 2023 y el cuarto trimestre de 2023.
El mismo demuestra que los ingresos promedio en el primer trimestre de 2024 fueron de $233.695, comparados con $255.247 en el trimestre anterior y $295.128 un año atrás. Esto refleja una incapacidad de los ingresos laborales y no laborales para seguir el ritmo del aumento de la canasta básica alimentaria y no alimentaria, resultando en una pérdida significativa de poder adquisitivo.
Las clases medias de trabajadores semi calificados han pasado a ser parte de los «nuevos pobres», mientras que los hogares de estratos más bajos, dependientes de programas sociales o empleos informales, han experimentado un deterioro aún mayor. A pesar de los aumentos en programas sociales como la AUH y el TA, estos no fueron suficientes para compensar la caída de ingresos reales debido a la inflación y la recesión.
Sobre el informe
y su contexto
El objetivo del documento es profundizar algunos de los sensibles tópicos socioeconómicos que aborda el informe oficial en clave a los cambios político-económicos ocurridos durante el último año; sin perder de vista el diagnóstico de crisis sistémica que – según la lectura del ODSA – caracterizaría a la actual fase político-económica, sin que todavía haya evidencias de un giro o cambio significativo en el rumbo en el devenir social.
La nota de investigación señala que, en el primer trimestre de 2024, se habría incrementado en forma significativa el porcentaje de población urbana en situación de indigencia y de pobreza. El crecimiento en las tasas de indigencia y pobreza por ingresos que habría ocurrido durante el período considerado encuentra explicación en los cambios regresivos evidenciados en términos de bienestar, desigualdad y caída de ingresos y empleos en el mercado laboral, exhibidos en este informe.
El documento indica que los ingresos de los hogares no lograron acompañar el fuerte incremento de los precios y sus efectos sobre la canasta básica alimentaria y la canasta básica total. Las clases medias de trabajadores semi calificados han pasado a formar parte de los “nuevos pobres”. Sin embargo, el deterioro fue aún más problemático en los hogares de estratos más bajos, dependientes de programas sociales o empleos informales.
Los aumentos en los programas sociales (AUH-TA) durante el primer trimestre tuvieron un impacto importante para aliviar el deterioro generado por la crisis, pero no para compensar la caída de ingresos reales generada tanto por la inflación, como por la caída en el nivel trabajo informal, dada la recesión general y la menor demanda de bienes y servicios hacia ese sector informal por parte de las clases medias.
Principales conclusiones
Empobrecimiento y desigualdad en el bienestar de la población.
El ingreso promedio per cápita del total de la población, alcanzó los $233.695 en el 1° trimestre de 2024, mientras que el mismo ascendía (en valores constantes) a $255.247 en el trimestre anterior y a $295.128 un año atrás. En un contexto en que tanto los cambios ocurridos en los ingresos laborales como en los no laborales fueron insuficientes para compensar el elevado crecimiento de la canasta básica alimentaria y no alimentaria, se evidencia una pérdida significativa de ingresos reales.
En promedio, la población perdió alrededor de un 20% de poder adquisitivo durante el período 1° trimestre 2023 y 1° trimestre 2024. Sin embargo, fueron los estratos más desfavorecidos aquellos que evidenciaron caídas más significativas de su poder de compra. A lo largo del período analizado, los ingresos promedio registrados en los sectores más bajos se alejaron aún más de los requerimientos básicos alimentarios y no alimentarios necesarios para la subsistencia.
Como consecuencia de descensos de ingresos más significativos en el estrato bajo y muy bajo, se observa un profundo crecimiento de los niveles de desigualdad de ingresos entre 2023 y el 1° trimestre de 2024.
Tanto entre el primer trimestre de 2024 y el mismo período del año anterior, como entre trimestres sucesivos (4to trimestre del 2023 – 1er trimestre 2024) el estrato superior ganó participación en el total de ingresos de la economía, mientras que el estrato inferior la perdió. Distintos indicadores de distribución estarían dando cuenta de un aumento en la desigualdad de los ingresos.
En promedio, la población perdió alrededor de un 20% de poder adquisitivo durante el período 1° trimestre 2023 / 1° trimestre 2024. Por su parte, entre el 4to trimestre de 2023 y el 1° trimestre de 2024 (trimestre con aguinaldo) el ingreso per cápita familiar promedio (a valores constantes) descendió un 8,4%.
Empobrecimiento en el bienestar de los hogares y sus fuentes de ingresos
Los ingresos totales de los hogares sufrieron una reducción en términos reales de entre 30% y 15% -dependiendo del quintil- en comparación al mismo trimestre del año anterior. Se evidencian pérdidas más significativas en los estratos más bajos. En un escenario de elevada inflación, los hogares perdieron capacidad de consumo, alejándose -sobre todo en los estratos más bajos- de los requerimientos básicos para la subsistencia.
Empobrecimiento y desigualdad en el ingreso de los trabajadores urbanos
En el período de un año, a nivel general, la capacidad de compra del ingreso medio real de la ocupación principal disminuyó un 18,5% y la mediana un 26,7%, lo cual expresa la mayor pérdida relativa de ingreso de los trabajadores de menor ingreso de la ocupación principal.
En efecto, si bien el conjunto de la fuerza de trabajo perdió ingresos laborales reales entre el 1° trimestre de 2023 y el de 2024 (18,5%), dado que este retroceso fue regresivo, la distribución de los ingresos laborales registró una mayor concentración de ingresos entre los ocupados de mayores ingresos.
Empobrecimiento y desigualdad en el ingreso de los trabajadores asalariados
Si bien esta pérdida de ingresos reales fue importante (18,5%), para los trabajadores asalariados esta pérdida fue mayor. Entre el primer trimestre de 2023 y el 1° trimestre de 2024, la remuneración salarial media pasó de $ 451.888 a $ 361.445 (en pesos del 1° trimestre de 2024), lo que representó una caída efectiva del 20%.
Al considerar la evolución de la media de ingresos de los asalariados según quintiles de ocupados ordenados según este mismo ingreso, se observa una caída generalizada en todos los estratos, aunque también con diferencias al interior de la estructura económico-ocupacional. La pérdida se incrementa al disminuir el nivel de ingresos de los asalariados.
Al igual que en los ingresos laborales en general, si la comparación se hace entre el 4° trimestre de 2023 y el 1° trimestre de 2024, el “efecto aguinaldo” amortigua el impacto negativo y el decrecimiento de ingreso es menor y más “igualitario”. A nivel general, la media pasó de $ 429.009 a $ 361.445, en pesos del 1° trimestre de 2024, lo que representa una pérdida de poder adquisitivo de 15,4%. Igualmente, esto representó una caída superior a la registrada por el total de remuneraciones laborales (13,8%).
Precarización y desigualdad de ingresos entre los trabajadores asalariados
Uno de los mayores inconvenientes del escenario laboral argentino de las últimas décadas es la creciente precarización del empleo asalariado por exclusión al Sistema de Seguridad Social. Si bien el aumento del desempleo tuvo como principales afectados a trabajadores informales, la tasa de empleo no registrado disminuyó solo levemente entre el 1° trimestre de 2023 y el 1° trimestre de 2024, pasando del 35,8% al 34,9% de los mismos.
La incidencia de la no registración laboral ha estado fuertemente correlacionada con el nivel de calificación expresado en los salarios. En el 1° trimestre de 2024, en el grupo de asalariados del 1° quintil (20% de menores ingresos) la precariedad llegaba al 80% de los asalariados, mientras que en los del 5° quintil (20% de mayores ingresos) era solo de 8,5%.