El excomisario Walter Maciel, junto con sus abogados defensores, brindó su declaración en el marco de la indagatoria relacionada con la desaparición de Loan Daniel Peña en el paraje El Algarrobal, el 13 de junio pasado.
En concreto, ofreció detalles de su actuación desde el momento en que recibió el primer informe sobre la desaparición hasta su detención el 21 de junio.
El imputado testificó que, al recibir la notificación, se dirigió «inmediatamente» al lugar de los hechos, garantizó que el operativo de búsqueda fue «exhaustivo»
Asimismo, el excomisario sostuvo que, tras entrevistarse con varios testigos, incluidos familiares del menor, la búsqueda incluyó la participación de bomberos y personal policial de distintas comisarías.
Expresó que, durante la esta, se encontró con dificultades, como la ausencia de un protocolo formal de búsqueda y serios problemas con la comunicación entre los involucrados.
Maciel dijo que, a pesar de estas complicaciones, la investigación se continuó durante «toda la noche» y los días subsiguientes, con la colaboración de numerosos efectivos y el uso de tecnología avanzada como drones y perros de búsqueda.
Además, apuntó reiteradamente contra el fiscal a cargo, señalando que, a pesar de sus esfuerzos, este no proporcionó directivas claras y no realizó las intervenciones necesarias a tiempo.
Según Maciel, la falta de colaboración del fiscal y los errores en la investigación contribuyeron a que se lo acusara de encubridor y coautor del caso.
El imputado dijo que había presentado solicitudes para proceder con allanamientos y entrevistas adicionales, las cuales, según remarcó, habrían sido en su mayoría ignoradas o mal gestionadas.
En contraste, defendió su actuación y aseguró que todo lo realizado fue conforme a su experiencia profesional y en el mejor interés del caso, tras lo cual desmintió acusaciones de obstrucción a la Justicia.
Por otra parte, pidió una revisión exhaustiva del expediente y expresó su deseo de colaborar plenamente para esclarecer la desaparición del menor de edad.
El confuso hallazgo de la zapatilla
El excomisario también precisó que recibió una llamada en su teléfono corporativo de «Méndez», un expolicía con quien había hablado unos días antes, quien informó que, mientras trabajaba en el campo, había encontrado unas huellas que podrían atribuirse al menor.
Señaló que él mismo había llamado para indicar el lugar, y que al llegar, encontró a Méndez con su caballo, quien le mostró las huellas en un charco de barro: pisadas que llamaron su atención por su tamaño, ya que parecían humanas.
«A las 14 o 15 recibo un llamado en mi teléfono corporativo, a los 10/15 minutos vuelve a sonar y un número que no estaba agendado en el teléfono corporativo me dice que quería hablar con el jefe y me dice que es Méndez, Méndez el expolicía. Le pregunto cómo le va, habíamos hablado unos días antes, por el hermano de él», explicó.
Por otra parte, precisó: «Méndez me dice que estuvo trabajando en el campo y que había encontrado unas huellas». «Le digo que vamos a ir a mirar», agregó, añadiendo: «Le pregunto a Roque Báez, que estaba en ese momento conmigo».
«El día 14 había más de 400 personas, porque se incorporaron los aspirantes a cadetes», sostuvo, detallando: «Los pusimos a rastrillar desde la ruta hasta 9 de Julio».
«Me llama de nuevo Méndez, le digo que me marque el lugar, porque no conocía el monte, hacía 4 meses que trabajaba en el lugar», agregó y señaló: «En un momento encuentro a una persona parada con su caballo, me saluda, era Méndez».
«Me dice que encontró las huellas y quería que las viese», recordó y dijo: «Llegamos al lugar, era en el interior del monte, en un charco de barro, una parte seca y después otro charco de barro».
«En el primer charco había pisadas, me indicaba el pie de una persona humana», sostuvo y enfatizó: «Me llamaba la atención el tamaño».
En ese momento, el excomisario ubicó en el escenario a Laudelina Peña, a quien describió como mitómana: «En ese momento aparece Laudelina Peña con dos o tres mujeres, dentro del monte».
«Llega de forma, no sé cómo describir, una persona mitómana, no tengo ningún tipo de dudas. Me pregunta dónde está la zapatilla. Le digo yo que se calme, yo personalmente me dispongo a sacar tomas fotográficas. Yo ya le había pasado la novedad a Báez.
En ese momento, le digo yo a la gente que vamos a seguir trabajando. Le digo a unos cadetes que vengan a preservar la zona. Las mujeres se metieron y sacaron del fondo del barro un elemento, que era el botín. Laudelina tenía la seguridad de que era el botín de Loan. Le digo a Báez que encontramos la zapatilla, antes le había avisado de las huellas y ahora de la zapatilla», atestiguó.
«El hallazgo lo hizo Laudelina o la hija, no sé, porque yo me había dado vuelta. Cuando me doy vuelta de nuevo, el botín lo tenía Laudelina. Le ordeno que lo deje. Ahí observo que nuevamente estaban sacando fotos. Ahí les pido a las mujeres que no sacaran fotos. No sé cómo describir a estas mujeres.
Hago el perímetro, llamo ya al fiscal, le cuento de las huellas y las zapatillas. Le pido que mande a la perito. Ahí me habló mal, me dice que lo haga con la perito de la Policía y yo le digo que había un menor desaparecido, que le digo que tenía que estar en el lugar de los hechos. Todo era telefónicamente. La causa me superó», confesó.
«Temo que me maten, porque soy funcionario hace 25 años»
En el fragmento final de su testimonio, el excomisario criticó duramente la investigación judicial, calificándola de desorganizada y acusando al fiscal de no actuar adecuadamente. Aseguró que muchas personas querían colaborar, pero no se les permitió hacerlo.
Además, expresó un profundo temor por su vida, debido a su larga carrera como funcionario y su conocimiento de las reglas carcelarias. Se siente juzgado por la opinión pública y ha rechazado volver al servicio penitenciario debido a las torturas sufridas.
«Fue un mamarracho la investigación judicial. El fiscal no actuó como debería haber actuado, siempre estaba pendiente de las autoridades. Muchas personas quisieron ayudar y no las dejaron. No existe alguien en la comisaría que se llame o apode Cero.
No recibí ninguna denuncia vinculada con la venta de drogas en 9 de Julio en estos meses que estuve como comisario. Marcelo Genes es compañero mío, colega mío. No trabaja en la comisaría, es un colega, un amigo. Es policía en Cruz de Los Milagros. No tiene apodo. Le digo Marcelo o Genes.
No recuerdo cómo lo tengo agendado, pero debe estar como Marcelo o Genes. Sicario es una forma de cargar entre nosotros, lo apodamos el Sicario. Estuvo abocado a la causa. Todas las comisarías, prácticamente la mitad de la policía de Corrientes. Temo que me maten, porque soy funcionario hace 25 años y sé cómo se manejan las reglas carcelarias.
Me siento totalmente juzgado por una condena social. Me reúso y me niego a volver a un servicio penitenciario. Me torturaron 15 días seguidos. Me siento cuidado en mi provincia. Soy imputado colaborador», expresó.
Sospechas y pedido de detención
El excomisario, además, reveló que el 14 de junio solicitó al fiscal la detención de Laudelina, pero fue informado de que no se la iba a detener, ya que ella había indicado la ubicación de la zapatilla.
«Porque yo el día del 14 le pido al fiscal detener a Laudelina. Siempre tuve como respuesta que no la iba a detener, porque Laudelina dice dónde estaba la zapatilla. Tenía colores vivos verdes.
Yo había llevado a la perra Kira para proseguir la búsqueda. Estaba la sargenta Alegre con ella. Poco más adelante encuentran la huella.
Me acuerdo que la perra ubica una huella más, a pesar de que estaba un poco pisoteada. Cuando llega Alegre, me dice: ‘Laudelina anda diciendo que ella encontró la zapatilla’, y yo le respondí que deje de decir pavadas esa vieja de mierda que lo único que hizo fue sacar la zapatilla del barro.
Laudelina o la hija halló el botín. El único funcionario que estaba en ese momento era yo», sostuvo, agregando: «A Méndez lo agendé como informante, porque me había dato el dato para llegar a donde estaban las huellas, me dio la información del caso Loan.
Méndez nunca tocó nada. Después los llevó a Ramírez, Benítez y Millapi a la comisaría, cuando terminamos con la perito, que secuestró la zapatilla.
Al día siguiente, Báez me dice que la zapatilla había sido reconocida por los padres. Y aquí viene la cuestión más importante, insisto en esto, Benítez y Laudelina para mí tenían algo que ver».