Por Facundo Sagardoy


Durante el desarrollo de la Feria de Arte Contemporáneo de Corrientes, ArteCo 2025, el artista visual Luis Niveiro, fundador del Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes, dialogó con LA VOZ DEL CHACO sobre los desafíos, valores y horizontes de un proyecto cultural que busca transformar la relación entre el arte y la ciudadanía en toda la región.
Niveiro reflexionó sobre el riesgo como punto de partida, la libertad como ejercicio colectivo y la amistad como motor ético de la acción cultural. «Sin riesgo, no hay historia», afirma, al recordar los primeros pasos desde Ñande MAC hacia la constitución del Museo, próximo a su inauguración.
El gesto inicial de donar obras y organizarse como colectivo -señala- no fue solamente una apuesta institucional, sino una declaración sobre el rol del arte en la sociedad: un arte vivo, dinámico y en diálogo con su comunidad.
-¿Qué implica arriesgarse en un proyecto cultural como Ñande MAC?
-Sin riesgo, no hay historia. Esta frase cobra un profundo sentido cuando se analiza el nacimiento de Ñande MAC. Lo que comenzó como una inquietud compartida entre amigos, se transformó en una acción concreta: donar obras, organizarse civilmente y gestionar un museo de arte contemporáneo. Esa decisión no fue fácil ni exenta de desafíos, pero marcó un punto de inflexión que está comenzando a dejar huella en Corrientes.
Arriesgar no significa simplemente invertir tiempo o recursos, sino comprometer la propia visión del mundo en un proyecto colectivo.
Cada paso que dimos fue una declaración de principios sobre lo que creemos que debe ser el arte y su lugar en la sociedad. No apostamos por un museo como edificio vacío, sino por una institución viva, capaz de dialogar con su comunidad.
El riesgo asumido fue doble: construir algo nuevo y confiar en que la sociedad y el Estado sabrían acompañar ese gesto. Por eso decimos que, sin riesgo, no hay historia, porque lo verdaderamente transformador nace en ese punto de inflexión entre la incertidumbre y la pasión compartida por hacer algo significativo.
-¿Cómo entienden la libertad en relación con este proyecto?
-La libertad no es una condición que se recibe pasivamente; es una elección cotidiana que se ejerce con responsabilidad. Desde este proyecto, entendemos la libertad como una construcción. Existimos primero como individuos, pero nos definimos a partir de nuestras decisiones. En nuestro caso, decidimos ejercer la libertad en el hacer colectivo, en el trabajar para los demás.
Ese ejercicio de libertad se da bajo un marco ético que incluye la protección mutua y la responsabilidad cívica. Elegimos hacer un museo no para nosotros, sino para las futuras generaciones. Esa libertad nos exige coherencia y esfuerzo sostenido, porque sabemos que no hay libertad sin compromiso con el otro.
Ñande MAC no es solo un museo, es una manifestación de libertad organizada. Al construirlo entre amigos y con el apoyo del Estado, estamos diciendo que la libertad no es un acto aislado, sino un proceso compartido. Ser libres es también hacer algo que trascienda nuestra individualidad y que beneficie al conjunto social.
«Ñande MAC nació de la amistad, el amor y la convicción compartida»
-¿Cuál es el valor de la amistad en este tipo de proyectos?
-La amistad fue y sigue siendo el cimiento emocional y ético sobre el cual construimos Ñande MAC. No hablamos de una amistad idealizada, sino de vínculos reales que se forjaron en el hacer compartido. La confianza, el respeto mutuo y la admiración por lo que cada uno aporta fueron esenciales para atravesar momentos complejos sin perder el horizonte común.
En este tipo de proyectos, donde el esfuerzo es grande y muchas veces silencioso, contar con amigos que te sostienen es determinante.
La amistad permite discutir con libertad, corregir con honestidad y celebrar sin competencia. Nos unió una causa, pero fue la amistad la que nos mantuvo unidos cuando esa causa todavía era solo una idea flotando en el aire.
El museo no lo hicimos solos ni por fuera de esos lazos afectivos. Lo hicimos entre personas que decidieron apostar por algo más grande que sus propios intereses.
La amistad, entonces, no fue un condimento más: fue el motor invisible que nos empujó a construir algo que no tiene dueños, pero sí muchas almas comprometidas.
-¿Qué significa para usted el concepto de mérito civil?
-El mérito civil es una forma de heroísmo cotidiano, silencioso y sin alardes. Es el mérito de quien se compromete con el bienestar común, sin esperar una recompensa inmediata. No se trata de acumular títulos o logros individuales, sino de contribuir a la mejora colectiva desde el lugar que a cada uno le toca ocupar.
En nuestro caso, el mérito civil se traduce en haber donado tiempo, obras, energía y trabajo para crear un museo que sea patrimonio de todos. Es actuar desde una ética cívica, no porque alguien lo exija, sino porque uno siente que es lo correcto. Es hacer lo que falta, aunque cueste, aunque no se vea, aunque no tenga aplausos.
Vivimos en una época donde se premia mucho lo personal, lo inmediato, lo espectacular. Frente a eso, el mérito civil recupera el valor de lo comunitario, de lo que se construye a largo plazo y entre muchos. Es una manera de decir: también se puede hacer historia desde el compromiso ciudadano, desde el arte y desde el amor por nuestra tierra.
-¿Cómo impacta Ñande MAC en la ciudadanía?
-Ñande MAC está empezando a generar un cambio de paradigma en la manera en que la sociedad correntina se relaciona con el arte contemporáneo. Durante mucho tiempo, ese tipo de arte fue percibido como algo lejano, incluso inaccesible. Con este museo, buscamos acercarlo, hacerlo parte del paisaje cotidiano y de las conversaciones familiares.
El impacto se da en varios niveles. Por un lado, el museo es un espacio concreto donde la gente puede experimentar el arte con todos los sentidos. Por otro, es una plataforma que estimula el pensamiento crítico, la educación estética y la valoración de nuestras propias producciones culturales.
Pero quizá lo más importante es que el museo está comenzando a ser apropiado por la comunidad. La ciudadanía empieza a sentirlo como propio, como algo que los representa y que les pertenece. Y eso es vital: un museo no es nada sin su gente. El arte, cuando se vuelve parte del tejido social, tiene un poder transformador enorme.
«El arte es libertad, pero una libertad que se construye en comunidad»
-¿Qué papel juega la curiosidad en la libertad?
-La curiosidad es la chispa que enciende el motor del pensamiento libre. En nuestra experiencia, ha sido un elemento fundamental para desafiar lo establecido y buscar nuevas formas de hacer las cosas.
Sin curiosidad, no hay conocimiento; y sin conocimiento, no hay libertad verdadera. Porque para elegir, hay que saber, y para saber, hay que preguntarse.
Esa inquietud por descubrir, por entender lo que nos rodea y lo que aún no existe, es lo que nos impulsó a imaginar el museo. Nos preguntamos qué lugar ocupa el arte en Corrientes, qué nos faltaba como sociedad para dialogar con lo contemporáneo, qué posibilidades había de crear un espacio abierto, dinámico y democratizador.
La libertad comienza entonces en esa actitud curiosa ante el mundo, y se profundiza con la búsqueda de respuestas. Claro que muchas veces nos equivocamos, pero incluso el error nos enseñó. Porque cada tropiezo, cada duda, cada desafío fue también un peldaño en el proceso de construir algo valioso para todos.
-¿Cuál es el verdadero desafío en este camino?
-Muchas veces se piensa que el éxito radica en llegar alto o en alcanzar cierta visibilidad. Sin embargo, el verdadero desafío, y lo que define el carácter de un proyecto, es la capacidad de levantarse luego de cada caída.
En nuestro camino hubo obstáculos, retrocesos y momentos de desánimo, pero también aprendizajes profundos.
Cada vez que algo no salía como esperábamos, tomábamos ese hecho como parte del proceso. Aprendimos que equivocarse no es sinónimo de fracaso, sino una etapa inevitable en cualquier construcción genuina. Y fue en esos momentos difíciles donde se consolidó el equipo humano que sostiene este proyecto: con amor, con pasión y con perseverancia.
Porque más importante que mantenerse arriba es saber cómo actuar cuando uno está abajo. En ese gesto de reconstruirse y seguir adelante está el verdadero mérito.
El desafío constante es hacerlo con convicción, sabiendo que el sentido no está en llegar primero, sino en llegar juntos.
-¿Qué ocurre cuando hacemos algo útil para los demás?
-Cuando uno trabaja por el bien común, algo se transforma profundamente en su interior. Es como si al extender la mano al otro, también uno se estuviera rescatando a sí mismo. En el acto de dar, de construir para los demás, aparece una dimensión nueva del ser, más generosa, más abierta, más humana.
Ese cambio no siempre es inmediato ni consciente. A veces se manifiesta en gestos pequeños: una emoción, una palabra agradecida, una mirada que entiende lo que hicimos.
Pero es en esos detalles donde se hace evidente que lo útil trasciende la utilidad práctica y se convierte en sentido compartido.
Ñande MAC es precisamente eso: un lugar pensado para ser útil en muchos planos. No solo como espacio de exhibición, sino como lugar de encuentro, de formación, de pensamiento crítico. Es un museo que busca transformar no solo el entorno urbano, sino también las conciencias que lo habitan.
«Un museo es una casa que guarda preguntas»
-¿Cómo fue trabajar con el Estado en la construcción del museo?
-El trabajo con el Estado fue un proceso de diálogo y articulación que implicó desafíos, aprendizajes y también grandes satisfacciones. No siempre es sencillo alinear los tiempos y lenguajes del arte con los de la gestión pública. Sin embargo, hubo voluntad política de escuchar y de acompañar, y eso marcó la diferencia.
Desde el inicio fuimos claros: el proyecto era ciudadano, pero necesitaba del respaldo estatal para ser sostenible. No queríamos que fuese un museo de elite ni un experimento pasajero.
Queríamos una institución pública, con participación civil, que encarne un modelo de gestión mixto y participativo. Y logramos ese equilibrio con trabajo, confianza y mucha perseverancia.
Hoy podemos decir que Ñande MAC es un ejemplo de colaboración público-privada en el campo cultural. No es una cesión ni una imposición: es un acuerdo, una construcción conjunta donde cada parte asumió un rol. Y ese modelo puede inspirar otras experiencias similares en distintas provincias del país.
-¿Qué mensaje dejarías a las nuevas generaciones?
-A las nuevas generaciones les diría, con toda humildad y sinceridad, que se animen a soñar y a hacer. Que no esperen el momento perfecto ni el permiso de nadie para comenzar a transformar su entorno.
El cambio empieza por un gesto, una idea, una convicción que se comparte. Ñande MAC nació así: de una idea entre amigos que creció gracias al trabajo sostenido.
También les diría que sean generosos, que aprendan a dar sin esperar aplausos. Hay una fuerza enorme en la entrega silenciosa. El compromiso con la comunidad, con el arte, con la memoria, es una forma de dejar huella sin necesidad de ocupar los grandes titulares. La historia también se escribe con acciones pequeñas, coherentes y constantes.
Finalmente, les diría que no pierdan la capacidad de imaginar un mundo mejor. Que cultiven la curiosidad, la empatía y la pasión por lo que hacen.
Que sepan que no están solos: hay muchos que ya estamos trabajando por ese mundo, y que necesitamos que ellos tomen la posta, con alegría, con inteligencia y con amor por lo que nos rodea.