Por Facundo Sagardoy
La artista visual rosarina Luisina Roldán participó por primera vez en la Feria ArteCo y resultó premiada con la adquisición de su obra «La luchona», que pasará a formar parte del acervo fundacional del Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes.
Tras recibir el premio, Roldán expresó su entusiasmo por el reconocimiento y destacó la calidez del equipo organizador y la comunidad artística local.
La obra premiada, una pieza de formato reducido que incorpora guías telefónicas, tensores y vidrio, representa una evolución de sus trabajos previos en gran escala, con una fuerte carga conceptual sobre la fragilidad y la memoria.
Se trata de una instalación que surgió a partir de un video que registró el desmontaje de una de sus «casitas grandes», lo que la llevó a reflexionar sobre la efimeridad de los materiales y de los vínculos.
«La luchona» incluye elementos deteriorados que remiten al paso del tiempo y lleva ese nombre porque, según relató, «desapareció durante una muestra y volvió a aparecer con heridas, como un techo torcido».
La artista subrayó la conexión emocional con la pieza y el proceso colectivo de construcción, destacando que muchas personas colaboraron en su montaje.
En diálogo con otros artistas durante la feria, Roldán se mostró sorprendida por la coincidencia con el maestro Luis Niveiro, quien también trabaja con guías telefónicas como soporte artístico.
Valoró el intercambio con colegas y la vitalidad del movimiento cultural correntino y destacó la afinidad entre Rosario y Corrientes, en especial por la presencia del río Paraná como símbolo común.
-Luisina Roldán, primera participación en Arte CO, lleva un premio y además va a ser parte del acervo fundacional del Museo de Arte Contemporáneo.
-Estoy súper entusiasmada y contenta por el premio, por el reconocimiento. Estoy re-agradecida con todo lo que fue Artecó.
Fundamentalmente, se sintió muchísimo la calidez entre todos los que montamos, entre el equipo, toda la dirección. Fue una experiencia muy hermosa, y encima llevarme ese premio es un honor.
Es un proyecto que vengo trabajando hace un montón. Esta nueva modalidad… yo trabajaba más en tamaño grande, haciendo espacios habitables, y trasladarlo a algo así, que pueda conservarse, estar en un museo, que la gente lo vea… es enorme, es una alegría inconmensurable.
-Nos puede contar sobre la obra que trajo y que va a quedar ahora para exposición permanente en el Museo de Arte Contemporáneo. ¿Cómo lo procesó? ¿Cómo lo preparó para llegar hasta acá?
-Viene, arranca a partir de un video del desmontaje de una de las casitas grandes, en las que yo corto tensores y veo cómo eso se rompe.
A partir de esa imagen, de ver cómo una casa se rompe al romperle los tensores, me atrajo esa idea de decir: «Wow, qué efímero todo». El papel, y también qué efímera la guía de teléfonos, las personas que estamos ahí adentro…
Me interesa mucho el nombre, la idea de que haya un nombre, una ubicación, un teléfono… y no solo uno, sino miles y miles que están en la guía.
Llevarlo a una miniatura, a una cosa que vos te la ponés a la altura de los ojos y la podés ver, pero que tiene un vidrio que se está cayendo -que es el caso de la obra que va a adquirir el museo- me parece que tiene eso contemporáneo: se me va a caer, se me va a venir, «ay, me puedo encontrar», «¿quién está ahí?».
Eso me parece súper interesante.
Además, se llama «La Luchona», porque es una casita que viene hecha desde el año pasado, pero que en un momento desapareció de una instalación y no la encontraba. Había estado 40 minutos desaparecida y yo la di por perdida… y de pronto apareció cuando estaba yendo a otro lugar.
Tiene unas «heridas» que hoy la hacen más particular, como el techo torcido. No solo la inclinación de un sentido, sino que tiene el techo para abajo porque alguien la agarró sin saber.
Así que esos chistes la hacen llamarse «La luchona», pero es una metáfora del tiempo y de nosotros, medio luchando en esta virtualidad y en este mundo actual.
-¿Cuándo empezó a sentir esto del arte visual, a plasmarlo en obra y también a decidir exponerlo y hacerlo parte de su vida?
-Qué linda pregunta. Creo que a los 15 o 16 años me empecé a dedicar a hacer poesía, y había algo en la poesía -en Rosario se movía muchísimo ese mundo- que me alcanzaba con simplemente leer un poema y ser yo.
Había algo de querer performar, hacer esa performance. Y ahí empecé a hacer muchas performances, hasta el punto de que dejé de llamar «poesía» a lo que hacía y me subí al escenario con un traje de alambre.
Empecé a jugar con los materiales, en especial un día que quise hacerme un traje todo enredado. Me empecé a encariñar con el alambre.
Ahí empecé a hacer objetos y a ser más perfo, y un día me inscribí en algunos talleres, empecé a estudiar Bellas Artes… fue todo muy orgánico. Pero creo que arrancó con la performance, con eso de querer hacer algo fuera de lo que se piensa como arte tradicional.
No estaba leyendo mi poesía. Bueno, ahora no estoy haciendo una casita real. Me gusta ese doble sentido.
COINCIDENCIAS ARTÍSTICAS
-Vino a felicitarla Niveiro por, además del premio, haber elegido un material que es un punto elemental en la obra de él: la guía de teléfonos. Algo dijo usted. ¿Qué ve en el desarrollo desde aquella poeta hasta la artista visual de hoy que confluye en la búsqueda con un maestro de arte contemporáneo muy querido acá en Corrientes?
-Es una emoción total. Lo conocí a Luis en el montaje. Se me acercó y me dice: «Trabajo con guías de teléfono». Fue como: «No lo puedo creer».
Conocí artistas que trabajaban con guías de teléfono, pero la verdad es que a él no lo había podido conocer, no lo tenía tanto. Y fue como… nos caímos muy bien, somos vecinos de stand. Fue muy linda la convivencia, como decía al inicio, entre todos los artistas. Pero con él, en especial.
Nada, es un honor conocerlo. Él me contaba que usa guías de otros países. Eso es un motor impresionante: ver esto que me contaba justamente, que cambia el idioma, pero el formato es el mismo.
Y lo lindo de la guía es que sea un lenguaje universal. O sea, pensarlo como las señales de tránsito que son iguales en todo el mundo. Cambian algunas cosas, pero la guía tiene eso.
Es un registro, al fin y al cabo, de algo que nos identifica como sociedad. Así que es hermoso encontrar colegas que hagan algo tan similar, pero a la vez desde hace tanto tiempo. Eso es de lo que más me llevo: la alegría de conocer gente que trabaje con guías.
-¿Qué piensa del movimiento que hay en Corrientes?
-La verdad que ArteCo y Corrientes reciben con un cariño…
Es una frase que hablamos entre todos los artistas que estamos acá: qué ternura tiene la gente, desde quien te atiende en la farmacia, en el negocio, hasta los compañeros artistas.
Todas las activaciones que estuvieron haciendo, dentro y fuera del cronograma de la feria, fueron increíbles.
Y nada, mucha calidez. Yo tuve un problema técnico en el montaje y salieron a ayudarme no solamente el electricista (que me hizo reír), sino también quien montó las luces.
La verdad, hermoso.
Y el movimiento artístico lo veo muy prendido al Vivero, a Galería Orto, entre otras galerías que pude conocer más de cerca, tener contacto.
Es verdad que la feria te da poquito tiempo. Tenés que estar mucho en el stand y es difícil a veces encontrarte con la obra del otro. Más bien te encontrás en la birra, en el ratito después, en la fiesta.
Pero la verdad que súper contenta de hacer amigas correntinas.
PUENTES DE ARTE Y EMOCIÓN
-Se enteraron del premio, la familia pendiente en Rosario, Rosario pendiente de lo que pasa acá en Corrientes. ¿Cómo ve este punto de conexión Corrientes-Rosario?
-Lo siento muy cerca. Algo que noté mucho en la feria es que había mucha obra en relación al río Paraná, y al principio dije: «Ah, no sé si tengo obra con el Paraná».
Y después dije: «¡Sí! Estoy exponiendo un cuadro que tiene de fondo el río Paraná».
Y hablaba con artistas, con chicos del Vivero, por ejemplo, de lo importante que es para ellos el río.
Y sí, Corrientes y Rosario tienen esa unión fundamental.
Después, también, la calidez y otras cosas que noto que tenemos en común.
Mi familia está expectante, yo estoy recontenta. Tengo muchas ganas de volver, en especial porque la obra que va a ser adquirida pasó por muchísimas manos.
Capaz la guía la hice yo, pero todo lo que sería el armado de los alambres, las maderas, el vidrio… me ayudó muchísima gente. Fue re lindo ese proceso, cuando se pifiaba algo, arreglarlo, volver, ir y venir.
Así que… muerta de emoción por volver a Rosario a contarle a mis amigos.
-Además de estar en el acervo fundacional del Museo de Arte Contemporáneo con su obra, ¿dónde más es posible verla, visitarla o adquirirla?
-Actualmente, en la Feria de ArteCo, queda un día –domingo- así que esperemos que acá es lo que hay.
Y después… habrá que seguir buscando nuevos lugares para que la obra se exponga.
Formo parte de un colectivo, Guiso, que es un colectivo federal en el que siempre estamos generando nuevas exposiciones y espacios de intervención.
Pero por ahora no hay nada anunciado donde pueda decir «esto va a estar», así que… buscando nuevos paraderos.
-Muchas gracias.
-A vos, por favor. ¡Un gustazo!