Por Facundo Sagardoy
Desde las entrañas del monte chaqueño, donde el silencio respira en las cortezas y el viento arrastra memorias antiguas, Jorge Panter Alegre despliega en ArteCo 2025 una poética visual que entrelaza materia y mística.
Su presencia en tres espacios simultáneos -Galería Orto, el colectivo Guaranípolis y la muestra Abre Pandora- revela no solo la potencia de su obra, sino también la vitalidad de un hacer que brota del contacto directo con la naturaleza y con quienes la habitan desde siempre.
«Estoy recontento, porque estoy en tres lugares acá en esta feria», afirma, celebrando una participación que no es solo artística, sino vivencial. En sus nuevas piezas, los animales -ya icónicos en su universo- conviven ahora con figuras humanas que invocan mitologías del monte y de la noche, como si la selva hablara a través de rostros y presencias.
Alegre comenzó su camino artístico en 2010, a orillas del San Pedro Pescador, donde las canoas y sus colores lo empujaron a buscar una voz propia. Hoy, con 15 años de recorrido, su pintura se ha vuelto síntesis: menos realista, más evocadora, siempre atenta al gesto, a lo no dicho, al aura de las cosas.
Su proceso creativo se basa en la observación y en una elaboración que parte del boceto y se libera en la tela, en acrílico, sin perder figuración pero escapando al detalle. «Me parece que hay un regreso de la pintura», sostiene, observando un resurgir del oficio material en el arte contemporáneo. Y va más allá: entiende que el dinamismo del ecosistema artístico actual se alimenta del empuje colectivo. «Los espacios funcionan porque los artistas generamos esa demanda», señala con claridad.
Colectivo, materia, territorio: las tres coordenadas que marcan su mapa artístico. Formado en grupos y ferias, Panter encuentra en lo compartido su modo natural de existir en el arte. Participar desde el colectivo es para él un modo de estar en el mundo, de hacer visible una obra que busca -sin ornamentos ni retóricas- conectar vivencias, paisaje y mensaje.
«Trato de que el mensaje sea directo, que se entienda bien qué es lo que estoy queriendo decir», confiesa, como si tallara también con palabras. Su propuesta no solo representa, sino que interpela: el monte no es solo un entorno, sino una voz. Y Panter Alegre, con su oficio paciente y su mirada encendida, es uno de sus más sensibles traductores.
-Jorge Panter Alegre en ArteCo 2025. Jorge, siempre buscando madera, en el monte, buscando algo para tallar, buscando el material apropiado para poder llevarlo a la tela o en algún trabajo pesado antes de entrar de nuevo en tu obra. ¿En qué momento se encuentra ahora?
-En Galería Orto, que me invitaron, y en Guaranípolis, en el colectivo que participo siempre. Y también en Meca, hoy en la fiesta que se hace «Abre pandora», una muestra colectiva.
Recontento, porque estoy en tres lugares acá en esta feria. Así que sí, bueno, mostrando un poco el trabajo que hago ahora, viviendo en el monte y produciendo, produciendo, y van saliendo cosas todo el tiempo.
-Muchos animales y, con una novedad en esta oportunidad, también la figura humana se empieza a abrir paso en este mundo de color.
-Aparece la figura humana y empiezan a aparecer una especie de mitos o misterios del monte y de la noche del monte. Y qué bueno que aparecen conversando con la gente que vive de antes que yo en ese lugar, ¿no? Así que me pareció que la figura humana tenía que ir acompañada de eso, un poco de la parte misteriosa o, no sé, mística del monte.
-¿Cómo comienza a plantearse el momento de la creación?
-Sobre todo me baso en la observación, la observación del paisaje, de la gente, de los gestos de la gente. Y después, bueno, planto la imagen en papel, hago algún boceto, un dibujo hasta que me queda como listo para pasarlo a la pintura, en este caso al acrílico.
Pero me voy saliendo cada vez un poco más del realismo y jugando un poco con lo que me imagino, con lo que me sugieren otras cosas, como en este caso con los rostros que hice, las expresiones, por ahí la sensación de silencio. Pero sí, trato de no ser tan realista en la pintura.
«Hay un regreso de la pintura»
-¿Cuántos años ya en el arte?
-Empecé en 2010, así que son como 15 años, 15 años pintando ya. Empecé antes a hacer talleres, pero considero que esos años eran más de formación.
En 2010 creo que aparece mi obra personal en el San Pedro Pescador, en la costa del río, con las canoas. Ahí aparece el color. Ahí me doy cuenta de que me gusta el color, viendo las canoas en la costa del río.
Y entonces empiezo a elaborar una obra propia, tratando de encontrar una impronta personal y un mensaje también, un tema que tiene que ver con esto, con el paisaje natural. Y ahí van apareciendo cosas todo el tiempo.
-¿Qué cambió en todo este tiempo? ¿Qué fue encontrando en ese camino?
-Fui encontrando la forma de que dialogue mi obra, ¿no? Que ya no es una búsqueda de estilo ni de tema, sino que son como respuestas. Hablar de muchas cosas o de varias cosas, pero mantener más o menos el estilo o el tema. Y creo que cambió en eso. Me fui más para el lado de la síntesis.
Ya no importan los detalles, ya no importa el realismo. Me gusta inventar una historia, adaptar una historia a algo que ya existe y jugar con eso, ¿no? Como para que tenga un toque creativo, un toque artístico, como se dice.
«Los espacios funcionan porque los artistas generamos esa demanda»
-Qué piensa de lo que está ocurriendo ahora con respecto al arte visual? Este boom que se encuentra a partir de la feria de ArteCo, la feria en Resistencia, y la próxima inauguración del Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes, que impulsa el artista visual Luis Niveiro.
-Me parece que hay un regreso de la pintura. Veo que en un momento, cuando empecé a participar del arte hace 15 años, el boom del arte contemporáneo iba más para el lado de la instalación y la performance.
Ahora es como que veo muchos artistas que están pintando, como que están volviendo a la materia, a tratar de hacer obras con carga material más allá del mensaje. Y veo bastante técnicas mixtas. Y lo que está pasando en cuanto a vida es muy bueno. Siento que hay lugar para todos los artistas.
Es cuestión de ser constante e insistir con la producción. Los espacios funcionan por eso también, porque los artistas generamos esa demanda. Entonces las instituciones generan espacios y se retroalimenta todo. Todos queremos llegar a esto, digamos, como artistas. No solo en las redes sociales, sino que llegue a toda la gente, ¿no?
-Está en el Guaranípolis. ¿Qué sintió estando dentro del colectivo de artistas y también estando dentro de la galería Orto, pero también en una exposición colectiva? Estuvo también en la mesa hablando a otros desde el plano artístico. Bueno, de este perfil multifacético al que te reclamó ArteCo en esta edición…
-Yo me formé en un colectivo, entonces me siento cómodo. Desde la primera vez que me invitaron a exponer, que éramos tres, y que yo me dije a mí mismo: «Me están invitando a exponer y apenas me conocen». Entonces, desde ahí, me hallé con el colectivo de artistas. Siempre estoy participando de muestras colectivas, de residencias colectivas. En ferias estamos. Para mí es súper cómodo.
Por ahí pienso que me costaría, o me resultaría un poco más… no sé si difícil, pero participar solo como artista individual sería como un poco más jugado. No sé, no me tocó. Pero en el colectivo me siento bien. Me hallo porque salgo de un colectivo.
Creo que hay algunos artistas que se largan solos desde el principio, pero en mi caso siempre estuve acompañado de un colectivo de artistas. Me siento bien. Esto es como una feria en un gran colectivo, toda la feria.