La ministra de Educación del Chaco, Sofía Naidenoff, realizó un balance de los primeros 90 días del ciclo lectivo 2025, en el que dejó al descubierto la persistencia de serias falencias estructurales en los establecimientos escolares y reconoció que la cartera a su cargo debió abocarse nuevamente a «lo urgente del urgente», en detrimento de las acciones consideradas prioritarias al inicio de su gestión.
«La realidad no cambia», afirmó la ministra. «Los establecimientos educativos necesitan un plan integral de mantenimiento. En la primera etapa nos ocupamos del urgente del urgente porque no había otra. Y hoy lo urgente del urgente sigue estando. Nos seguimos encontrando con escuelas sin baños», expresó en una entrevista brindada a Radio Natagalá.
Durante su exposición, Naidenoff admitió que se toparon con instituciones que ni siquiera contaban con instalaciones sanitarias básicas. «Recién recorrí una escuela que tiene un anexo sin baños. Eso no puede pasar. Nos da vergüenza ajena. En ese caso, tuvimos que poner baños químicos como solución transitoria», detalló.
A ello sumó los obstáculos burocráticos derivados de situaciones legales no resueltas: «En algunos casos, el terreno no pertenece al Ministerio de Educación, lo cual impide hacer obras si no se regulariza la escritura».
La funcionaria enfatizó que muchas de las obras iniciadas por gestiones anteriores siguen inconclusas. «Hay que terminar las obras que la sociedad está esperando. Vamos, arreglamos.
No es que no se da respuesta, pero todo tarda. Por ejemplo, un cableado para instalar un aire acondicionado sale cien mil arriba. Todo cuesta muchísimo, y lleva una carga burocrática enorme», denunció.
Una emergencia persistente
Naidenoff señaló que los fondos actuales apenas alcanzan para atender las emergencias. «Hay que poner en foco el mantenimiento y lo que pasa dentro de las instituciones, porque si no se va a caer todo», advirtió.
Entre los ejemplos más graves, mencionó escuelas de gestión social en San Bernardo sin instalaciones sanitarias, terrenos con dominio legal incierto y anexos creados por fuera de la planificación ministerial. «En Quitilipi, me encontré con una fundación dentro del terreno escolar. Parte está escriturado, parte no. Los chicos están dando clases todos apretados. Eso no puede pasar», lamentó.
el desafío pedagógico
En el plano pedagógico, la ministra expresó gran preocupación por el deterioro de la comprensión lectora entre estudiantes de primaria y secundaria. «Es cierto que el chico lee, pero no entiende nada. Deletrea o une frases, pero cuando le preguntás qué dice, no sabe. Y eso también está pasando en secundaria», alertó.
En ese marco, reafirmó la política de distribución de libros para el primer ciclo: «Hoy el libro tiene que ser el amigo. El Chaco entregó libros para los alumnos, los docentes y materiales para la casa, desde primero a tercer grado. Es fundamental que la familia coopere».
Sobre la implementación del programa Aprendo Leyendo, explicó que se trata de un método fonético que asegura la memoria del alumno y una comprensión progresiva de la lectura. «Hay que empezar desde la página uno, no desde la siete porque el alumno ‘ya se la sabe’. Todo está armado para que el chico aprenda paso a paso», dijo.
Uso de celulares en el aula
Uno de los anuncios más contundentes fue la inminente prohibición del uso de celulares en las escuelas chaqueñas. La ministra aseguró que el proyecto ya está en marcha y que será publicado antes del receso invernal. «En el primer ciclo, el chico no va a usar celular. Y si va a usar una tablet, será el docente quien la administre en relación con la currícula del día», afirmó.
Citó estudios neurocientíficos y experiencias en Europa para justificar la medida. «La neurociencia comprobó que las pantallas no hablan, producen imágenes que generan adicción. El celular impide la concentración y la comprensión. En el recreo tampoco deberían usarse. El recreo es para socializar», remarcó.
No obstante, reconoció que la medida generará polémica. «Cada vez que uno saca un proyecto así, va a causar ruido en la sociedad. Pero la evidencia científica lo respalda, y el objetivo es cuidar a los chicos», defendió.
El rol de la familia
Naidenoff enfatizó que sin compromiso familiar, las políticas educativas pierden eficacia. «El docente no puede remar en dulce de leche si la familia no acompaña. Hay que sentarse, hacer la tarea con los chicos, conversar, repasar lo que se hace en el colegio. Si el padre da el celular como chupete electrónico, está todo mal», advirtió.
Cuestionó, además, el uso irrestricto de plataformas digitales por parte de los más chicos: «No podemos dar imágenes con mucho ruido, muchas luces o violencia. Eso genera ansiedad. Hay que elegir contenidos adecuados. Y cuando uno da el celular a un niño, tiene que ser para ver un cuento, algo que cree un vínculo entre padres e hijos».
Trabajos sin resolver
Consultada sobre la inclusión de niños con condiciones del espectro autista u otras neurodivergencias, Naidenoff aseguró que «poner al chico en el aula no es inclusión si no hay acompañamiento».
En ese sentido, anunció que se incrementará la cantidad de MAI (Maestros de Apoyo a la Integración).
«Falta muchísimo. Hay que afianzar los equipos multidisciplinarios, capacitar a los docentes y trabajar con las escuelas especiales como centros de ayuda», explicó.
Asimismo, afirmó que el Estado debe colaborar también con las familias: «El papá se desespera y no sabe cómo actuar. Si hace falta un psicólogo o un terapista ocupacional, hay que brindarlo».
La educación como política de Estado
Al repasar experiencias pasadas, Naidenoff rememoró su anterior paso por la cartera educativa hace dos décadas. «Hablábamos de educación sexual, educación ambiental, prevención de adicciones e inclusión. Se instalaron centros como el de Barranqueras, con todos los niveles de inclusión y formación docente. Eso desapareció», lamentó.
A su juicio, uno de los problemas es la falta de apropiación social de las políticas educativas. «Cuando la sociedad no hace propias las políticas que están bien, es complicado. No importa el partido político: la educación nos atraviesa a todos y hay que defender lo que está bien», sostuvo.
Criticó el cortoplacismo de las gestiones gubernamentales: «Cuatro años no alcanzan. Las políticas educativas deberían tener un mínimo de seis años para ver si logran instalarse con fuerza. Si no, todo queda a mitad de camino», evaluó.
El balance de Sofía Naidenoff reveló una gestión atravesada por urgencias estructurales, déficits pedagógicos profundos y desafíos sociales que exceden las paredes de la escuela.
A pesar de los anuncios, como la prohibición del uso de celulares y el incremento de maestros integradores, la ministra reconoció que «queda muchísimo por hacer».
«La educación es responsabilidad de todos. El Estado, los docentes, pero también los padres. Si no hay un cambio cultural, ninguna política va a alcanzar», concluyó.