El recorte de personal y la reforma institucional que atraviesa el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) generaron una fuerte preocupación en el Chaco, donde el organismo cumple un rol clave en la asistencia técnica y el desarrollo productivo de numerosas localidades del interior.
La Cámara de Comercio, Industria, Producción y Servicios de Pampa del Infierno se pronunció públicamente en respaldo al Inta y advirtió que las medidas en curso representan «un golpe muy grande a la producción primaria».
«El Inta ha demostrado ser un pilar fundamental para la diversificación productiva, la mejora del rendimiento agrícola y ganadero, y el acompañamiento técnico a cientos de pequeños y medianos productores que, sin este apoyo, quedarían al margen de los avances científico-tecnológicos que hoy demanda el sector», expresó la entidad a través de un comunicado firmado por su presidente, Luis Brugnoli.
Desde la Cámara remarcaron que el trabajo del Instituto en Los Frentones, Pampa del Infierno, Taco Pozo y Concepción del Bermejo ha sido clave para sostener las economías regionales y evitar la migración rural. Por eso, hicieron un llamado directo al Presidente de la Nación para que revise las decisiones que, según trascendidos oficiales, incluyen recortes presupuestarios, reducción de personal, venta de inmuebles y cambios en la estructura de gobierno del organismo.
Según datos oficiales, entre 2023 y 2025, el Inta perdió al menos 702 profesionales, en un proceso de achicamiento que redujo su planta de 6.514 a 5.812 trabajadores. De ese total, unos 300 se retiraron voluntariamente, mientras que otros abandonaron sus puestos debido a los bajos salarios -que perdieron cerca del 40% de su poder adquisitivo-, o se jubilaron.
Actualmente, hay al menos 150 personas próximas a retirarse, y según gremios del sector, la intención del Gobierno es llevar la planta a solo 4.500 empleados.
«El Gobierno tiene un plan de despidos que afectaría a más de 1.500 trabajadores, empezando por las plantas transitorias. Pero el peligro es para todos», señaló Germán Gonaldi, delegado de ATE e integrante del Instituto para la Agricultura Familiar del Inta. Gonaldi también advirtió sobre la situación de alrededor de 400 becarios cuya continuidad está en duda. «Hace meses que no sabemos qué va a pasar con nosotros. Es una situación muy angustiante y desgastante para la salud mental del equipo», dijo.
Además, denunció un intento de silenciar temas clave para la institución: «Hoy no se puede hablar de agroecología, de territorio ni de agricultura familiar. Nos dicen que son expresiones politizadas».
El ajuste se enmarca en un proyecto de rediseño institucional impulsado por el gobierno nacional, que busca modificar la composición del directorio del Inta, concentrando mayor poder en manos del Ejecutivo y restando participación a los representantes del sector productivo. «El sector productivo siempre fue mayoría en el Inta, lo que permitió sostener políticas públicas más allá de los gobiernos. La nueva propuesta cambia esa lógica y deja al Instituto a merced del gobierno de turno», advirtió el director nacional del Instituto, Ariel Pereda, durante su exposición en el Senado.
También defendió el valor estratégico del organismo: «Sin el Inta no habría malbec, ni arroz, ni vacunas para el ganado. La mayoría de la producción vegetal nacional está basada en desarrollos del Instituto. No somos el mismo Inta de hace 70 años. Nos venimos reconfigurando de forma permanente, entendiendo los contextos, pero siempre sosteniendo una institución que agrega valor a las economías regionales».
El propio Instituto publicó recientemente un informe con cien logros institucionales y tecnológicos. Entre ellos, destacan el desarrollo de kits para detección de enfermedades en maíz, nuevas variedades de arroz, reconversión de cultivos de vid, incorporación de razas ovinas, cisternas para captación de agua de lluvia y tecnologías de acceso al agua para comunidades rurales, campesinas e indígenas del NOA.
«El Inta genera más de diez pesos por cada peso que gasta. Desmantelar este organismo es hipotecar soberanía, conocimiento y capacidad productiva. La ciencia argentina no puede ser rematada al mejor postor», concluyó Gonaldi.
