Entre el 19 y el 22, se desarrolló en Eldorado (Misiones), la 5ª edición de la Copa Kenia, un certamen internacional de básquet formativo que reunió a 57 equipos provenientes de la Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay, Chile y Perú.
Asimismo, Montecarlo también fue sede en esta edición, consolidando a la competencia como un polo deportivo regional.
El certamen se destacó por su convocatoria: más de 1.000 jugadores participaron en 65 horas de juego, distribuidas en diferentes categorías. Delegaciones de clubes de renombre como Boca Juniors, River Plate, Obras Sanitarias, Regatas Corrientes, OTC, Instituto de Córdoba y San Lorenzo dieron prestigio al torneo, junto a instituciones extranjeras como la Universidad Católica de Chile y Osos de la Salle de Arequipa.
En este marco, el Centro Deportivo Don Bosco, con sede en Resistencia, tuvo una participación activa. Bajo la dirección técnica de los entrenadores Facundo y Lucas Gómez Brocal, la delegación vivió una experiencia intensa en lo deportivo y en lo humano. También formó parte del evento el elenco de Regatas Resistencia.
TESTIMONIOS QUE PONEN EN FOCO OTRAS REALIDADES
«Estos tipos de acontecimientos deportivos te motiva y da un empujón para seguir adelante en todo lo que viene», señaló Facundo Gómez Brocal, coordinador de básquet de Don Bosco. Su testimonio apuntó al valor de la experiencia como motor de crecimiento para los jugadores y el club.
Gómez Brocal también subrayó: «Fue una participación totalmente enriquecedora, tanto en lo deportivo como en lo personal y el crecimiento de cada chico». Esta declaración, sin embargo, contrasta con una realidad estructural muchas veces silenciada: la falta de reconocimiento y formalización laboral de quienes llevan adelante estas tareas fundamentales en clubes deportivos barriales.
Desde hace años, el trabajo de entrenadores, coordinadores y colaboradores en instituciones deportivas pequeñas se realiza, en numerosos casos, sin contratos formales, sin aportes previsionales ni cobertura médica.
Este fenómeno se extiende incluso en contextos de competencias internacionales como la Copa Kenia, donde la visibilidad no siempre se traduce en reconocimiento institucional o mejoras estructurales.
INFORMALIDAD LABORAL: UNA DEUDA PENDIENTE
La informalidad laboral en clubes deportivos de base es un fenómeno extendido en la Argentina. Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, el 44% del empleo en el país es informal. En el ámbito deportivo amateur, este porcentaje se estima aún mayor, aunque no existen estudios específicos.
Muchos entrenadores trabajan por ingresos irregulares, percibiendo «colaboraciones» mensuales, viáticos o porcentajes de cuotas sin ningún tipo de contrato. «El resultado en categorías formativas es anecdótico y jamás vamos a buscar un resultado», declaró Gómez Brocal.
La frase resume una vocación, pero también deja entrever que el esfuerzo formativo no siempre es acompañado por condiciones dignas.
La ausencia de formalización impacta en la estabilidad de los trabajadores, su proyección profesional y su salud física y mental.
A su vez, impide que los clubes accedan a ciertos beneficios fiscales y programas de fortalecimiento institucional promovidos por el Estado, que requieren formalidad para ser aplicados.
Deporte y turismo, pero ¿y los trabajadores?
La Copa Kenia es un ejemplo de articulación entre deporte, turismo y economía regional. «La Copa Kenia-Comercial Eldorado será un nuevo ejemplo de la conjunción entre el deporte y el turismo», señala la organización del evento.
Este tipo de torneos generan un movimiento importante en la hotelería, la gastronomía y el transporte, pero el derrame económico no siempre llega a quienes sostienen el trabajo formativo.
En este contexto, el esfuerzo de quienes dirigen delegaciones, planifica entrenamientos y gestiona el día a día de los clubes cobra especial relevancia. «Nuestros chicos no se olvidan más, donde jugaron, compitieron y experimentaron lo que es jugar contra chicos de otros países y provincias», expresó el entrenador chaqueño.
Sin embargo, la experiencia queda muchas veces desligada de un acompañamiento institucional que garantice condiciones justas para quienes hacen posible esas vivencias.
A pesar del profesionalismo con el que se organizan estos encuentros, muchos clubes participantes subsisten con aportes familiares, rifas o colaboraciones de terceros. Esto deja a entrenadores, preparadores físicos y asistentes en una situación laboral precaria, sin cobertura ante enfermedades o accidentes.