La crisis económica que afecta a la Argentina golpeó de lleno a las panaderías chaqueñas, un sector históricamente resiliente frente a las dificultades.
Alejandro López, referente de la Asociación de Panaderos del Chaco, advirtió que «agosto fue un mes caótico, con una baja de ventas que no esperábamos» y señaló que la combinación de inflación, suba del dólar y encarecimiento de los insumos dejó a los comercios al borde de la pérdida.
«Después del Día del Niño la gente se quedó sin recursos, sin dinero. Gastaron lo que tenían para los chicos y eso se reflejó en nuestras ventas. Fue muy crítico», relató López en contacto con Radio Facundo Quiroga.
El dirigente expresó que las expectativas están puestas en septiembre, con la esperanza de que la llegada de la primavera permita un repunte en el consumo.
De esta forma, el pan, alimento básico en la mesa de los argentinos, se convirtió en un termómetro de la crisis. «Se sube el dólar y automáticamente sube la harina, porque el trigo cotiza en dólares. Se encarece la levadura, las grasas, los sueldos, todo sube y lo peor es que las ventas bajan», explicó el referente panadero.
«Cuando bajan las ventas, te empieza a quedar más mercadería. Entonces hay que producir menos. A veces tenés que tirar, donar o regalar porque venías con un nivel de ventas y de repente bajan.
Eso pasó en agosto y encima el calor jugó en contra. No tengo un porcentaje exacto, pero se nota mucho de un mes a otro», comentó.
Competencia desleal
Uno de los puntos más delicados que destacó López es la proliferación de panaderías ilegales, un fenómeno que crece en el Chaco y en todo el país. Según indicó: «Cada vez hay más panaderías ilegales que legales, y esa es nuestra realidad. No decimos que las cierren porque también tienen gente trabajando, pero pedimos igualdad de condiciones».
El dirigente fue contundente: «La única forma de vender pan a $800, $900 o $1.000 es evadiendo impuestos, comprando materia prima no registrada y teniendo personal no registrado. Esa es la competencia desleal que enfrentamos».
La situación se agrava cuando el propio Estado compra a proveedores sin papeles en regla. «El año pasado denuncié que estaban ofreciendo pan por debajo del costo y aun así se lo compraban para las escuelas. Eso no puede existir. El Estado estaba beneficiando a quienes trabajan en la ilegalidad», recordó con indignación.
«Nosotros no tenemos un acuerdo fijo. Lo que hay son licitaciones para las escuelas y después deciden a quién le dan, pero siempre debe ser proveedor del Estado.
Mi enojo fue porque estaban comprando pan por debajo del costo, a gente que era parte de la competencia desleal. Eso no puede pasar, el Estado no debería beneficiarlos», señaló.
Incertidumbre y temporada baja
De cara al último trimestre del año, el panorama no es alentador. «Somos gente laburante, vivimos de los clientes. Pasamos una pandemia, la inflación mes a mes, y ahora enfrentamos la falta de ventas porque la gente no tiene recursos», describió López.
El dirigente adelantó que el sector se prepara para una temporada baja marcada por la incertidumbre política y económica. «Se viene nuestro período de temporada baja y con todo lo que pasa en el país se pone más difícil. Somos panaderos acostumbrados a aguantar, pero esta vez se siente más duro. Hay que ajustarse los pantalones y esperar el garrotazo», afirmó.
Cierres de panaderías
El impacto más fuerte se sintió en las localidades del interior, donde la competencia desleal y la baja del consumo obligaron al cierre de panaderías históricas. López recordó el caso de «La Espiga de Oro, una panadería de 93 años que cerró sus puertas este año», símbolo de la crisis.
«Eso te muestra lo difícil que está todo. No es que cerró alguien que recién empezaba, sino un comercio con décadas de historia», recordó con tristeza.
En San Bernardo, otro panadero debió despedir empleados y reducir la producción al mínimo. «No podía sostener los precios legales frente a la competencia desleal. Sin clientes no podés producir, porque lo que hacés lo terminás tirando. Así de mal la están pasando en el interior», advirtió.
Aunque no existen estadísticas precisas sobre la cantidad de panaderías cerradas, el referente aseguró que los casos se multiplican en distintas localidades chaqueñas.
sector esencial
Pese a las dificultades, los panaderos intentan mantener su rol social como proveedores de un alimento básico y cercano. «El pan argentino siempre está presente en la mesa, especialmente en las crisis. Por eso resistimos, aunque la situación sea muy dura», subrayó López.
La combinación de inflación, suba de costos, caída del consumo y competencia ilegal amenaza con profundizar una crisis que ya se refleja en la mesa de las familias y en la viabilidad de decenas de panaderías.