«El contacto entre humanos y primates no humanos aumentó debido al crecimiento poblacional y los cambios en el uso de la tierra», doctor Martin Kowalewski.
Tres investigadores de la Unne expusieron en las Jornadas Argentina de Microbiología cómo las enfermedades que se transmiten de animales a humanos circulan silenciosamente en la región.
Métodos de diagnóstico que superan el 85% de precisión, primates como sistema de alerta temprana y trabajo territorial en zonas vulnerables del Chaco. Enfoques que integran laboratorio, campo y comunidad.
En Resistencia, se realizaron las XXI Jornadas Argentinas de Microbiología. Como parte del evento tuvo lugar una Mesa Redonda sobre «Enfermedades zoonóticas emergentes y desatendidas», de la que participaron tres investigadores de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne): los doctores Viviana Bojanich, Martín Kowalewski y. Nolly Monzón.
La mesa coordinada por la doctora Valeria Amable, confluyó en una mirada rigurosa en la que cada investigador, aportó su experiencia y conocimiento sobre los desafíos actuales en zoonosis.
Toxocariosis humana: un problema sanitario subestimado
La doctora María Viviana Bojanich, investigadora del Área de Microbiología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura (Facena) y del Área de Inmunología del Instituto de Medicina Regional, ambos pertenecientes a la Universidad Nacional del Nordeste (Unne), presentó un estudio integral sobre la infección humana por toxocara, abordando sus aspectos inmunológicos, epidemiológicos y socioambientales.
La toxocariosis humana es una zoonosis causada por toxocara canis, un nematodo intestinal de perros y zorros. El ser humano se infecta de manera accidental al ingerir huevos larvados presentes en suelos o alimentos contaminados. Una vez dentro del organismo, las larvas migran a distintos órganos y pueden provocar cuadros clínicos que incluyen formas viscerales, oculares, neurológicas o subclínicas.
En el Nordeste Argentino, estudios seroepidemiológicos revelaron prevalencias de infección que oscilan entre el 39% y el 55% en poblaciones vulnerables, lo que evidencia la circulación del parásito y la subestimación del problema sanitario en la región.
La enfermedad tiene mayor relevancia en zonas tropicales y subtropicales, especialmente en contextos socioeconómicos desfavorables, donde se combinan la exposición a suelos contaminados, la falta de saneamiento y el contacto frecuente con animales domésticos sin control veterinario.
«Los estudios ambientales realizados demostraron la presencia de huevos de toxocara en hasta el 13% de las muestras de suelos analizadas en parques, plazas y áreas peridomiciliarias de la región», dijo la doctora Viviana Bojanich.
«Desde el punto de vista inmunológico, la infección se caracteriza por una marcada respuesta eosinofílica y la activación de inmunoglobulinas dirigidas contra antígenos de excreción/secreción de las larvas L2», explicó la doctora Bojanich.
«Estos antígenos constituyen la base del inmunodiagnóstico, ya que la detección directa del parásito no es posible: el ser humano actúa como huésped accidental y en él el ciclo del nematodo no se completa», aseveró.
El equipo de investigación desarrolló y validó métodos inmunoserológicos a partir de antígenos de excreción/secreción obtenidos del cultivo de larvas L2, responsables de la migración en el organismo humano.
Entre las técnicas implementadas se incluyen el test de Elisa, el test de avidez de IgG (para distinguir infecciones recientes), el dot-Elisa de bajo costo (aplicable en centros de atención primaria de la salud) y el Western Blot, método confirmatorio que permite discriminar reacciones cruzadas con otros helmintos.

