El Plenario de Delegados de la Unión Cívica Radical eligió a Leonel Chiarella como nuevo presidente del Comité Nacional del partido, en una votación que se desarrolló con amplia participación de representantes provinciales y sectores internos.
El intendente de Venado Tuerto obtuvo 81 votos afirmativos y sucederá en el cargo a Martín Lousteau, tras un acuerdo político alcanzado entre los gobernadores que integran el espacio Provincias Unidas, lo que permitió destrabar una sucesión que venía siendo objeto de negociaciones intensas.
La designación de Chiarella fue impulsada formalmente por el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, y contó además con el respaldo de los mandatarios radicales que conforman Provincias Unidas, consolidando una mayoría que se expresó en el resultado final del plenario.
De los 106 delegados habilitados para votar, asistieron alrededor de 90, en representación de las provincias, junto a delegaciones de la Juventud Radical, Franja Morada, el Foro de Intendentes, la Organización de Trabajadores Radicales y la UCR Diversidad.
Con esta elección, Chiarella se convirtió en el presidente más joven en los 134 años de historia de la UCR. Hasta el momento, el registro histórico señalaba como el dirigente más joven en ocupar ese cargo al cordobés Gabriel Oddone, quien asumió con 41 años tras la muerte de Marcelo T. de Alvear en 1942, mientras que Hipólito Yrigoyen había asumido con 45 años en 1897, en una etapa fundacional del partido.
El contexto institucional en el que se produjo la elección estuvo marcado por la necesidad de definir una conducción nacional capaz de articular las distintas expresiones territoriales del radicalismo y de proyectar una estrategia política común en un escenario nacional complejo.
La sucesión de Lousteau se desarrolló en un marco de debate interno que reflejó diferencias sobre el rumbo partidario y el posicionamiento frente al gobierno nacional y a las alianzas electorales.
La sesión del plenario se llevó adelante en un clima de formalidad institucional, con momentos de consenso y otros de tensión política, propios de un proceso de renovación de autoridades en un partido con fuerte tradición deliberativa.
La definición final reflejó el peso específico que adquirieron los gobernadores radicales en la construcción de acuerdos internos y en la configuración de la nueva conducción.
COMPOSICIÓN DE LA MESA Y DINÁMICA INTERNA
La nueva conducción del Comité Nacional estará integrada por una mesa directiva con representación federal y diversidad de trayectorias políticas.
Chiarella estará acompañado por Piera Fernández, ex presidenta de la Federación Universitaria Argentina, quien asumirá como secretaria general, mientras que Inés Brizuela y Doria, de La Rioja, ocupará la vicepresidencia primera; Javier Bee Sellares, de Córdoba, la vicepresidencia segunda; y María Inés Zigarán, de Jujuy, la vicepresidencia tercera.
Además, la estructura de secretarías incluirá a Daniel Kroneberger, de La Pampa; Gabriela Valenzuela, de Corrientes; Danya Tavela, de Buenos Aires; Ramón Mestre, de Córdoba; Agustina Madariaga, de Río Negro; y Daniel Angelici, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La conformación de este equipo busca reflejar un equilibrio territorial y político dentro del partido, incorporando dirigentes con experiencia legislativa, ejecutiva y partidaria.
El plenario contó con la presencia de referentes centrales del radicalismo, entre ellos Gerardo Morales, gobernador de Jujuy; el senador provincial Gustavo Valdés y el gobernador de Corrientes, Juan Pablo Valdés; y el propio Pullaro, quien tuvo un rol clave en la propuesta del nuevo presidente.
Todos ellos participaron de una reunión previa a la votación, en la que intercambiaron posiciones sobre el futuro del partido y la necesidad de fortalecer su rol institucional.
A último momento, el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, se hizo presente para manifestar su disconformidad con la elección y decidió que sus delegados no integraran la mesa directiva. Cornejo representa un sector crítico de la estrategia impulsada por los integrantes de Provincias Unidas y su postura evidenció las diferencias internas que atraviesan actualmente a la UCR en relación con su posicionamiento político.
La ausencia de los delegados mendocinos en la mesa no impidió el avance del proceso de designación, pero dejó en claro que la nueva conducción deberá gestionar un escenario interno heterogéneo, con sectores que acompañan el rumbo definido y otros que plantean reparos o visiones alternativas sobre la estrategia partidaria a mediano y largo plazo.
Desafíos de gestión
Durante el acto de asunción, Leonel Chiarella expresó su agradecimiento a los gobernadores del partido y se refirió al proceso de negociaciones que precedió a la elección.
En ese marco, señaló: «Muchos decían que esto es ‘agarrar una papa caliente’. Este es el desafío más hermoso de nuestra vida política. Venimos con mucha humildad y militancia, con madurez para llevar adelante un proceso de diálogo en el partido para recorrer y estar presente en cada provincia».
En su discurso, el nuevo presidente del Comité Nacional planteó la necesidad de construir una alternativa política que se distancie de las lógicas de confrontación predominantes en el escenario nacional.
Al respecto, afirmó: «Para nosotros es muy importante este momento del país, de una grieta que sólo beneficia a los que forman parte de la grieta. Queremos decirle a la sociedad que hay otra forma de ejercer la política y lo decimos no porque sean ideas, son los hechos que respaldan las gestiones de nuestros cinco gobernadores y más de 500 intendentes».
Chiarella también hizo referencia al rol que la UCR busca desempeñar en relación con la producción y la inversión, subrayando la importancia de representar a los sectores productivos como motor del desarrollo.
En ese sentido, sostuvo que «en nuestro país es importante para el crecimiento, no ponemos palos en la rueda para generar condiciones para invertir. Eso es lo que hacemos todos los días», en alusión a la gestión de los gobiernos radicales en distintas provincias y municipios.
De cara al escenario electoral, el presidente del partido señaló que la UCR deberá asumir una actitud constructiva tanto desde la gestión como desde la oposición.
En esa línea, afirmó: «Vamos a ayudar a los que gobiernan, pero también a los que quieren gobernar», marcando una vocación de acompañamiento institucional sin renunciar a la competencia política y al fortalecimiento de una propuesta propia.
Gobernadores al centro de la escena
La elección de Leonel Chiarella como presidente del Comité Nacional de la UCR puede leerse como una señal clara de renovación generacional y de cambio en la dinámica de poder interno del partido.
La centralidad adquirida por los gobernadores radicales, articulados en el espacio Provincias Unidas, evidencia un corrimiento del eje histórico de decisión hacia las gestiones territoriales, que hoy aparecen como el principal capital político del radicalismo.
En ese marco, la juventud del nuevo presidente no solo representa una marca simbólica, sino también una apuesta estratégica por proyectar una imagen de modernización, cercanía y capacidad de gestión en un contexto de fuerte desgaste de las dirigencias tradicionales.
Al mismo tiempo, el proceso de elección dejó expuestas tensiones internas que no desaparecen con la votación. La disconformidad expresada por Alfredo Cornejo y la decisión de sus delegados de no integrar la mesa directiva revelan que la UCR atraviesa un momento de debate profundo sobre su rumbo político, su posicionamiento nacional y su estrategia electoral.
La nueva conducción deberá administrar esas diferencias sin profundizar fracturas, construyendo mecanismos de diálogo que permitan integrar miradas divergentes en un partido históricamente atravesado por corrientes internas y debates doctrinarios.
Desde una perspectiva más amplia, el discurso de Chiarella apunta a ubicar a la UCR como una fuerza que busca diferenciarse de la polarización dominante y presentarse como una opción de gestión basada en resultados concretos.
La apelación a los sectores productivos, la defensa de la inversión y la idea de acompañar tanto a quienes gobiernan como a quienes aspiran a hacerlo sugieren una estrategia de posicionamiento moderado, institucional y pragmático.
El desafío será traducir ese mensaje en una práctica política coherente que fortalezca la identidad radical y le permita recuperar protagonismo en un escenario nacional en constante transformación.

