Mucho se habla sobre las consecuencias de la bajante histórica del Paraná para la provisión de agua potable, la navegación, el comercio y la generación de energía eléctrica, sin embargo, este fenómeno también produce un impacto directo en la fauna que posee este cauce, de más de 273 especies diferentes, solo en el tramo medio, según destacó el director del Instituto de Ictiología del Nordeste, Juan Pablo Roux. El especialista, en contacto con Radio Libertad, brindó una detallada descripción sobre la interrelación de los peces con el río y cómo esta bajante extraordinaria afecta a la reproducción y desarrollo de los mismos.
En este sentido, insistió con la solicitud que realizan hace tiempo a los estados provinciales, que comparten el recorrido del río Paraná, tanto dentro del país como en Paraguay, para que se tomen medidas unificadas proteccionistas que eviten el extractivismo, durante este tiempo de vulnerabilidad del recurso pesquero.
estudios y comportamientos
Para tener una comprensión más acabada sobre la situación, Roux comenzó explicando que «desde 1994 mantenemos convenios de trabajo, sobre evaluación del recurso pesquero, desde la represa de Yacyretá hasta la confluencia con el río Paraguay, y esos muestreos lo hacemos mensualmente, una semana completa, porque para poder estudiar a los peces, su biología y esta gran diversidad de peces que tenemos, están identificados en ese tramo del Paraná 273 especies diferentes, requieren estudios extendidos en el tiempo muy largo, ya que algunas especies tienen comportamiento anual y otros bianuales o trianuales o de más tiempo», describió.
En este punto reconoció que «lamentablemente en marzo del año pasado, cuando se decretó el aislamiento total en todo el país, también fuimos objeto, y no pudimos salir más al río a hacer muestreos. Y justo fue el momento más oportuno para poder evaluar a la fauna íctica en el período de bajante, eso nos llevó a que pudiéramos retomar oficialmente los muestreos secuenciales en marzo de este año, o sea que un año entero estuvimos sin datos. Logramos, después de tanto insistir y de demostrar con fundamentos que necesitábamos tomar muestras de peces en este tiempo de bajante, en mayo de 2020 y en agosto de 2020 que nos autorizaran a hacer un muestreo más corto en ese tramo del río para poder saber cómo estaba la situación de los peces frente a esta bajante», relató.
En cuanto a este fenómeno del río, el especialista destacó que «ya el año pasado la llamábamos extraordinaria y hoy estamos en condiciones de afirmar que sí es una bajante extraordinaria. Acá se marca la diferencia, el río Paraná tiene un pulso normal que está dado por creciente y estiajes que se dan en forma cíclica todos los años, y si miramos el historial de los niveles del río desde 1900 hasta la fecha, vemos que cada tanto se produce una bajante bastante marcada, que nos alerta, pero son normales en este comportamiento y la característica era que desde 1900 hasta 1970 las bajantes siempre fueron en períodos de primavera verano», describió las mediciones históricas. «Pero ahora esta bajante que se produce desde octubre de 2019 hasta hoy, y que se va a mantener hasta fin de año, lleva más de dos años con el río en niveles muy bajos, y eso le da la característica de ser extraordinaria», explicó.
En este punto, Roux apuntó a la relación directa de los peces con el medio en el que se desarrollan: «Los peces en el único medio que pueden vivir es el agua, en el río, y aquí también necesitan que tenga una cierta movilidad, que significa que al río lo tenemos que mirar bajo dos componentes que se unen frecuentemente, que es el cauce principal, que es el río que nosotros vemos cuando cruzamos el puente, pero también el valle aluvial que es toda esa zona baja, sobre todo en la costa chaqueña y santafesina, que cuando el río crece por arriba de los 4,5 metros se conecta con el cauce principal. Esa zona necesita tener agua y conectarse con el río porque en ese lugar los peces van a pasar su primer año de vida y esas condiciones no se dan hace dos años medio», remarcó.
«Para que la gente realmente comprenda la dimensión de esta bajante extraordinaria es que el río no es solamente el cauce que miramos desde la costanera, sino que es desde la costanera de Corrientes hasta la ruta 11 en el Chaco, y que todo ese valle, lleno de meandros, lagunitas y comunicaciones de agua, cada cierto tiempo se inunda, allí es donde se produce una gran cantidad de energía y transferencia de energía que le sirve a los peces chiquititos en edad para poder tener refugio y alimento hasta que llegan al año, y cuando el río se vuelve a comunicar salen de esa zona protegida y empieza su vida juvenil y de adulto en el cauce principal del río», precisó.
Seguidamente explicó otro aspecto del comportamiento íctico: «Los peces son animales de sangre fría, que significa que no regulan la temperatura corporal como el hombre o un perro. Entonces la temperatura del pez está asociada a la temperatura del agua, cuando es alta tienen mayor actividad, se alimentan vorazmente, se mueven de un lugar a otro, migran. Cuando la temperatura baja, los peces tratan de buscar lugares de mayor profundidad y permanecen más tiempo y no se alimentan. Para vivir ese tiempo, previo a ese período, los peces detectan que comienza a bajar la temperatura, comen más activamente y acumulan reservas energéticas en forma de grasa, que se depositan alrededor de las vísceras, lo que es el estómago, el intestino», y señaló así uno de los factores de estudio: «Por eso cuando nos encontramos con un pez capturado por la pesca científica en mayo, nos encontramos con que tiene cubierta de grasa todas las vísceras».
Con respecto a los resultados de las últimas muestras el especialista indicó: «En función de datos podemos comparar el análisis que hicimos de los peces en mayo de 2020 con respecto a mayo de 2016, 2015 y 2014, donde nos encontramos que el cúmulo de reserva de grasa que tenían estaba muy pobre, eso denota que el pez el período anterior a mayo tuvo dificultades para poder alimentarse adecuadamente para pasar el invierno», interpretó. «En mayo de 2021 pasó exactamente lo mismo, porque el fenómeno ya viene siendo de arrastre, ya es el segundo año donde no tienen reservas energéticas para pasar el invierno», explicó.
Al tiempo que aproximó una conclusión: «Esto nos lleva a pensar que estos peces que están viviendo en el invierno en una etapa de poca actividad y con poca grasa en su cuerpo, cuando se desencadene del proceso de maduración gradual van a tener pocas reservas energéticas para la reproducción, sobre todo si el río va seguir estando bajo nuevamente de este período 21-22 va a ser malo para la reproducción».
Tras lo cual afirmó: «Frente a este escenario a corto plazo de aquí a fin de año nos lleva necesariamente a tomar una medida de protección más fuerte para poder cuidar a los peces. Por otro lado, en este enfoque ecositémico, porque aquí también hay actores humanos que son los pescadores, hay que sentarse a ver cuál va a ser la medida más adecuada, ya que, así como vamos a proteger a los peces también podamos ayudar a los pescadores a pasar este tiempo que no tendrían que hacer más esta actividad», consideró.
Medidas y políticas unificadas
El especialista señaló que «las recomendaciones las hacemos en lugares donde nos invitan a participar, en mesas de trabajo, como en el Chaco, Corrientes y también somos parte de este consejo asesor de este convenio por la conservación de los recursos ícticos entre Argentina y Paraguay, allí lo que mostramos son los resultados de estas investigaciones y les entregamos esta información a los estamentos políticos que en este caso sería los ministerios de la provincia y la cancillería argentina», precisó.
«La recomendación desde 2019 vienen siendo que hay que reducir el efecto extractivo de la pesca, eso llevó a que por ejemplo en Corrientes, durante toda el Aspo, estuvo totalmente anulada la posibilidad de pesca de cualquier modalidad, y desde el 6 de junio de 2020 Corrientes determinó que en cuanto a pesca deportiva solamente se puede hacer con devolución, no se puede sacar ni matar peces, y esa medida se mantiene hasta hoy», ejemplificó.
En este punto aportó: «Creo que ahora lo importante, desde la mirada técnica y científica, es que este fenómeno que está pasando y se va extender en el tiempo y ya lleva mucho tiempo en esta situación requiere que todas las provincias que tienen intereses en el recurso íctico sobre el Paraná y el río Paraguay, como también las naciones argentina y paraguaya, se deben sentar en una mesa y buscar un consenso y tomar una medida unificada, porque si vamos a un ejemplo, si Corrientes toma una medida, y el Chaco toma otra diferente se van a comenzar a generar conflicto entre personas porque no es la misma homogeneidad, esto lo venimos diciendo hace más de dos meses: es necesario que se tome una medida de cuenca y se haga respetar para proteger a la fauna íctica que viene estando en una situación de estrés ambiental que ya lleva más de dos años», advirtió.