Por Facundo Sagardoy
Zeta Yeyati presentó en Asunción en colaboración con Ofelia Fisman, la muestra Magia Ñembo’e, con obras que fusionan instalación, reciclaje y performance, resultado de un largo proceso creativo iniciado en 2019. Su propuesta artística, profundamente influida por su trayectoria en la música y el teatro, busca romper con las solemnidades del arte tradicional para acercarlo a la gente de forma lúdica, accesible y transformadora. Desde una estética del reciclaje, construye personajes como reinas cartoneras o magos urbanos, apelando a un lenguaje visual cargado de humor, color y crítica social, donde lo cotidiano se convierte en símbolo.
Su recorrido se nutre de una ética latinoamericana que rescata lo popular y lo marginal, con influencias de movimientos como el arte povera, el surrealismo y el informalismo argentino, con Antonio Berni como figura central. En ese marco, reivindica el arte como espacio de resistencia y transformación, una forma de habitar el mundo con sensibilidad y conciencia.
—Zeta Yeyati, en Asunción, en la Embajada Argentina, en la inauguración de una muestra «Magia Ñembo’e», junto a Ofelia Fisman. ¿Cómo se siente exponiendo?
—La verdad que es una jugada que comenzó en 2019 y recién hoy la podemos estar concretando. Este… superó mis expectativas en cuanto al montaje. Y la gente, bueno, se sorprende porque es una obra muy disruptiva, diferente, ¿no? Yo soy músico de rock, entonces entro a la plástica desde un lugar como si entrara por la ventana, así que estoy contento.
—Su obra crece en la medida que jugás con las formas, los colores, los objetos. Las materialidades se trasladan a un concepto al otro ¿Cómo vive en este mundo?
—Yo considero que el arte es uno solo, ¿no? Para mí es como… yo vivo en un modo de arte. Los personajes que utilizo son recurrentes porque son magos, reinas, Elvis, caballos, gatos, pájaros, que ya los tengo como seleccionados, como si fuera una lista de canciones que vuelvo a hacer para no tener que esperar una inspiración. Entonces mi trabajo es más de producir obras.
—¿Cómo lo vive desde su taller hasta la muestra?
—Vine exclusivamente para hacer esta muestra, como te decía, que había iniciado hace muchos años atrás. Y bueno, tengo una amiga que es productora de espectáculos en Resistencia y ella quería que la conozcan acá en Asunción, así que hicimos una mixtura, una apuesta, digamos. Porque la exposición se ve como si fuera más una performance o una instalación, por decir. Entonces las energías se van sumando, se arma una sinergia entre todos y se arma una apuesta potente.
ENTRE LA MÚSICA, LA PLÁSTICA Y LA PERFORMANCE
—Babel Orkesta integró música, teatro, humor, movimiento. ¿Qué enseñanzas le dejó esa experiencia hacia el arte visual?
—Yo siento que Babel la creé cuando yo tenía 42 años. Hoy estoy por cumplir 60, y para mí mi obra visual es como una cristalización de esos conceptos en puntos plásticos. Yo, como viste, hago una performance tocando y lo llevo todo junto. Toda esa experiencia la cargo en…
—¿Recuerda cuál fue tu primera obra visual y qué lo impulsó a hacerla?
—Yo trabajaba con alambre. Me gustaba mucho dibujar las formas en alambre y me gustaba mucho la sombra que producía. Esa obrita eran unos dibujos de una sola línea, que empezaban en el ojo y terminaban en la boca. Eran flautistas, violinistas. Hice todos los músicos. Tocaban en una orquesta de tango en esa época. Yo tendría 18 años y empecé utilizando el alambre. Me consideraba el rey del alambre en mi fantasía y era fanático de un señor que se llama Alexander Calder, que es el que inventó los móviles. Ser artista es como apostar a los sueños.
—¿Qué realidades o problemáticas le interesa visibilizar a través de su obra?
—Básicamente me pongo desde el lugar de hablar de Latinoamérica, desde el lugar del reciclaje. La obra podría ser una obra light, pero elijo el reciclaje para tener una postura social. Mis reinas son reinas cartoneras. La idea es que sea una obra que hable del reciclaje, pero desde un lugar optimista, lúdico, esperanzador, poético, alegre. Hablo de un tema tan importante como el reciclaje, pero desde otro ángulo.
—¿Creé que trabajar con reciclaje y material urbano también implica asumir una posición política?
—Yo creo que sí. Y aparte, es una manera de concientizar también que las cosas no son para tirar. Las cosas se pueden transformar. Me parece que está bueno hablar desde un lugar.
—¿Cómo llegó hasta Magia Ñembo’e»?
—A mí me habían ofrecido la embajada para hacer una muestra, como te decía, en 2019, y se me ocurrió que lo tenía que hacer con una artista invitada. Y nada, es toda una idea. Básicamente mi idea es presentarme en Asunción con mi obra, que la gente conozca mi trabajo. Y bueno, elegí a Ofelia Fisman porque me gusta mucho su obra, me parece que nos conecta el arte. Me parece que también está bueno trabajar con una mujer, para visibilizar también el trabajo de la mujer, hoy, que siempre fue tan difícil para las mujeres hacerse un lugar. No entiendo por qué, pero me parece que es injusto. Y bueno, yo le doy la mano a otra colega y hablo del reciclaje desde este lugar.
—En Corrientes pronto se inaugurará el Museo de Artes Contemporáneo de Corrientes ¿qué el genera el movimiento de Ñande MAC?
—A mí me da mucha alegría, porque yo pararme al lado de un artista de semejante talla… yo soy muy atrevido. Creo que para ser artista tenés que ser atrevido, y yo lo soy. No tengo vergüenza de hacer nada. Entonces, nada, quiero mostrarle al mundo mi trabajo.
—¿Qué generá con estas instalaciones?
—Yo creo que el arte es para compartir. Mi intención es hacer que la gente se sienta dentro del arte. Que el arte no sea algo ajeno, lejano, solemne, todas esas cosas que muchas veces tiene la obra de arte. Hace poco conocí a un solista de la Sinfónica de Berlín, y le gusta mi obra. Entonces lo llevé a bailar tango cuando vino a Buenos Aires. Como que la idea es que el arte nos una, ¿no? Uno tiene una llave, que es el lenguaje artístico, y tiene que abrir la puerta para que la gente no se sienta de un lado o del otro. Simplemente que pueda disfrutar del arte.
«El arte es para disfrutarlo»
—¿Qué artistas están presentes en su obra visual?
—En primer lugar, Antonio Berni es para mí el representante número uno del arte argentino. No conozco, lamentablemente, muchos artistas paraguayos. Fui al Museo del Barro, pero no estudié ni investigué nada, lamentablemente. Básicamente, el arte que me gusta a mí es el movimiento informalista. Me gusta el arte pobre, que se llama arte póvera. También me gusta el surrealismo. Hay muchos artistas latinoamericanos que me interesan, pero elijo a Berni como el abanderado, porque él hablaba del reciclaje, era un surrealista, era un tipo que hablaba de la conciencia social.
—Se fue Felipe Noé este año, se fue Carlos Masoch. ¿Cómo vive este momento?
—La vida es finita, ¿no? Entonces uno tiene que ser consciente y disfrutar. Cuanto más conoce, más rico es. Yo a estos artistas que nombraste los tuve la oportunidad de conocer, de disfrutar su obra. Masch no solamente era artista visual, sino que también era un loco que le gustaba hablar por la radio. Hacía una cosa muy divertida que era como la bolsa de los precios de los cartoneros. En vez de hablar de la bolsa de Wall Street, hablaba de los precios de la bolsa de los cirujas, que pesaban el plomo. El arte tiene muchas caras. Y el otro, Noé, bueno, inventaron el informalismo y como que rompieron. Lo lindo del arte es romper cosas. Yo me siento, salvando las distancias y con todo el respeto, que rompo. Siento que voy por el arte atravesando en diagonal. Así que nada, me siento cerca de ellos y me siento también que la vida es corta y que hay que vivirla a fondo.
—¿Qué opina de lo que ocurre en la región en torno al arte contemporáneo?
—Creo que la gente se está empezando a dar cuenta de que el arte es para disfrutarlo, ¿no? Y la gente a veces este no no le falta la cultura de tener de disfrutar de tener una obra de arte en su casa. Este, el arte es mucho más accesible de lo que la gente piensa. Muchas veces la gente es la que marca una barrera, una distancia con que no no sé de arte o no entiendo o el arte es inaccesible. Y yo tengo obras acá que arrancan en 200 dólares y la verdad que tienen una potencia bárbara y y bueno, y mucha gente tiene obra mía y disfruta de eso. Me parece que está bueno, que a veces este vale más tener una obra que tener un billete.
—¿Por qué es importante hacer arte?
— El arte es para expresarse. Entonces, uno puede hacerlo para los otros o para expresar algo. Yo siento que cuando trabajo hago como una meditación activa. Hacer arte es como dibujar, ¿viste? Cuando te ponés a dibujar y perdés el tiempo… o mejor dicho, perdés la noción del tiempo. Disfrutás de una línea, y uno puede vivir en una línea, en un color, en una forma. Son maneras de estar sin estar pensando en lo cotidiano. Es otra manera de vivir. Yo elijo vivir la mayor cantidad de horas posible en ese modo.