Santiago Pérez Pons, atraviesa un momento de reflexión profunda tras la derrota electoral de 2023. En un repaso por la situación política y económica, el dirigente peronista reconoció errores, defendió logros de su gestión y planteó la necesidad de una renovación en el movimiento.
«Después del 2023, donde el peronismo de la provincia y de la Argentina sufrió una derrota muy importante, nos vimos obligados a repensar todo», sostuvo. En lo personal, confesó que atraviesa una etapa de introspección: «Las circunstancias nos golpearon muchísimo, no vimos lo que se iba a venir: perder el gobierno nacional, el provincial, y un cambio radical en los reclamos de la gente».
Para Pérez Pons, el panorama social actual es alarmante. «La situación del vivir es difícil. Menos gente puede llegar bien a fin de mes. En Chaco tuvimos la ola de despidos más alta: en un año y ocho meses, 7.400 familias perdieron el empleo en el sector privado. Los servicios son impagables, el transporte es inaccesible y las familias están endeudadas como nunca, sobre todo con las tarjetas de crédito, porque no llegan a pagar ni el mínimo. Eso genera desesperación y resignación».
En declaraciones a Radio Facundo Quiroga, el legislador no esquivó la autocrítica: «Todos fuimos parte de un gobierno que perdió. No pudimos hacer que la gente viva un poco mejor y creyera que nosotros teníamos que continuar. Esa es la lección más clara que nos dejó la derrota».
Recordó que como ministro tuvo dos responsabilidades centrales: la administración de las cuentas públicas y la ejecución de la obra pública. «Durante tres años mantuvimos superávit fiscal, garantizamos el pago de salarios a 90.000 empleados, jubilados y pensionados, y aplicamos la cláusula gatillo para los docentes, con aumentos por encima de la inflación. En términos de macroeconomía fue una gestión positiva», destacó.
Sin embargo, admitió que no fue suficiente: «Hicimos grandes transformaciones en obra pública, pero no mejoramos de manera contundente el metro cuadrado de la gente. Lo que demandaba la sociedad no era un microestadio o cuadras de pavimento, sino poder mejorar las cuatro paredes de su casa, comprar un electrodoméstico o vivir con menos inflación. Ahí fallamos».
Sobre la llegada de Javier Milei al poder, fue contundente: «La verdad es que no interpretamos lo que quería la sociedad. Todos pensábamos que era imposible que alguien con esas ideas gobernara. Y sin embargo, pasó. Mientras nosotros hablábamos de un Estado presente en salud y educación, la gente soñaba con mandar a sus hijos a la escuela privada, tener obra social, subirse a un Uber. El problema no era el deseo, sino el ingreso. Hubo un desfasaje entre nuestro mensaje y las aspiraciones reales».
Respecto a las críticas sobre su trayectoria, aclaró: «Nunca trabajé en el PRO ni en el macrismo. Fui funcionario en la provincia de Buenos Aires con Scioli y Vidal, pero en calidad de empleado público, no como dirigente político. Mi identidad siempre fue peronista. Soy de Sáenz Peña, vengo de una familia militante, y mi vínculo con Capitanich es de toda la vida. Que me cuestionen por haber llegado joven al gabinete lo entiendo como parte de las discusiones naturales de la renovación».
Esa idea de renovación, asegura, no se trata solo de edad: «Además de que se involucre la juventud, necesitamos renovar la caja de herramientas y de ideas. Hay que dar lugar a personas distintas en espacios de decisión. Si algo no funcionó, no podemos volver con lo mismo. La rebeldía de la juventud, de pedir lugar y hacerse escuchar, es necesaria».
En ese sentido, reivindicó ejemplos como el de Úrsula, candidata a defensora del Pueblo: «Fue una gran luchadora en la igualdad de derechos, pero no tuvo el apoyo del oficialismo. Poner personas distintas al frente del Estado es necesario para no resignarnos a que nada cambie».
Pérez Pons también expresó preocupación por la falta de confianza de los jóvenes en la política: «Hoy hay menos involucramiento de la juventud, menos creencia en que las cosas se pueden cambiar desde la función pública. Yo no me quiero resignar a eso. Amo lo que hago, estudié para esto, me formé para esto. Mi generación tiene que animarse a más, aunque la Argentina de los últimos diez años no haya ofrecido crecimiento ni mejoras».
Finalmente, reflexionó sobre el rol del peronismo: «Nuestro espacio político tiene que pensar menos en discusiones personales o dirigenciales y más en qué tenemos para ofrecerle a la sociedad. Lo anterior no funcionó como esperábamos, y gran parte de lo que pasa en Chaco está condicionado por la situación nacional. Si no damos esa discusión, seguiremos distantes de la gente».
Con tono autocrítico, precisó: «No pudimos hacer que la gente viva un poco mejor. Esa es la principal lección que tenemos que aprender si queremos volver a construir esperanza».
La economía y el
contexto nacional
El exministro también hizo referencia al impacto del escenario macroeconómico en los resultados:
«Nos tocó gobernar con una inflación del 300% y una caída del salario real del 20%. Eso deterioró mucho la calidad de vida de la gente. La sociedad vive peor y eso, lógicamente, se traduce en castigo electoral».
Finalmente, Pérez Pons recordó que las promesas del 2019 contrastaron con la realidad de los años siguientes:
«La gente votó a Alberto Fernández con la esperanza de recuperar lo perdido en la gestión de Macri. Pero lo que recibió fue pandemia, guerra, sequía y, finalmente, inflación desbordada. Puede sonar a excusa, pero las circunstancias fueron reales. El problema es que al final terminamos ofreciendo lo contrario de lo que habíamos prometido: salarios más bajos e inflación más alta».
Con tono autocrítico, Pérez Pons reconoció que la derrota electoral fue tanto producto de factores externos como de errores internos: «La esperanza que la gente depositó en nosotros no se cumplió, y por eso nos castigaron en las urnas».
Autocrítica y responsabilidades
Pérez Pons subrayó que la derrota electoral no puede explicarse por un único factor, sino como un proceso complejo: «La pérdida de las elecciones es, ante todo, una pérdida política, que acumula problemas de gestión y problemas de conducción. Todos fuimos responsables: el gobernador, en mayor medida, sus ministros, los equipos y quienes formamos parte de este espacio político».
En esa línea, admitió que hubo discusiones internas que no siempre llegaron a buen puerto:
«Muchas veces coincidíamos en que la política social no era la correcta. También me decía a mí mismo que tal vez tenía que gritar más fuerte, sobre todo en temas de seguridad. En el peronismo hablar de seguridad parecía ceder a un discurso de derecha, pero la inseguridad la sufren sobre todo los más humildes».