La elección legislativa celebrada en Buenos Aires dejó en claro que el peronismo sigue siendo la fuerza política con mayor arraigo territorial en el distrito más poblado del país.
El triunfo de Fuerza Patria en seis de las ocho secciones electorales no solo ratificó la vigencia del justicialismo como estructura política, sino que también puso de relieve el papel protagónico de los intendentes en la consolidación de un poder que se despliega desde los municipios hacia la provincia y, por extensión, hacia el escenario nacional.
El gobernador Axel Kicillof, artífice de la estrategia de desdoblamiento electoral, supo capitalizar este entramado de liderazgos locales que, a pesar de las tensiones internas, se encolumnaron detrás de una misma consigna: defender el territorio bonaerense frente al avance del oficialismo nacional. La maniobra no solo logró preservar bastiones históricos, sino que amplió la base de sustentación del peronismo.
La Libertad Avanza, en cambio, solo consiguió triunfar en 28 de los 135 municipios bonaerenses, un resultado que quedó muy por debajo de las expectativas depositadas por la Casa Rosada.
El presidente Javier Milei apostaba a que la ola libertaria pudiera perforar la fortaleza del conurbano, pero la elección demostró que, allí donde los intendentes peronistas conservaron capacidad de movilización, la hegemonía justicialista se mantuvo incólume.
EL CONOURBANO, UNA FORTALEZA EN DISPUTA
El resultado en la primera sección electoral mostró luces y sombras para los libertarios. Allí lograron imponerse en Tres de Febrero, Vicente López y San Isidro, gracias a la gravitación de dirigentes locales como Diego Valenzuela, pero no pudieron revertir la tendencia mayoritaria en favor del peronismo en otros distritos clave.
La tercera sección, con epicentro en La Matanza, fue decisiva para inclinar la balanza: Verónica Magario superó el 53% de los votos frente al 28,5% de Maximiliano Bondarenko, lo que terminó por sellar el triunfo provincial de Fuerza Patria.
En Avellaneda, Florencio Varela, San Martín y Almirante Brown, la maquinaria peronista volvió a demostrar su eficacia. Los intendentes locales activaron sus redes de militancia, aseguraron la fiscalización en las mesas y garantizaron que la boleta de Fuerza Patria estuviera presente en cada escuela.
Así, la tercera sección volvió a ser el corazón electoral del peronismo, un territorio en el que la marca libertaria no logró penetrar con fuerza, a pesar de la fuerte exposición mediática de sus candidatos.
Mariano Cascallares, reelecto en Almirante Brown y candidato seccional, sintetizó el clima que predominó en los municipios del sur bonaerense: «Estamos orgullosos por el aporte que hicimos al peronismo de Buenos Aires y también por el acompañamiento que logramos de cara a los dos próximos años de gestión del gobernador Axel Kicillof». Sus palabras reflejaron una idea repetida en varios distritos: sin la red de intendentes, el resultado provincial hubiera sido mucho más incierto.
Avances opositores
El interior bonaerense presentó un panorama más heterogéneo. En la quinta sección, Guillermo Montenegro logró retener Mar del Plata, confirmando la fortaleza del radicalismo integrado en la estructura libertaria.
Con el 41,5% de los votos, se impuso frente al 37,5% de Fernanda Raverta, en una pulseada que volvió a exponer la histórica división de la ciudad balnearia entre el peronismo y las fuerzas opositoras.
La Libertad Avanza también sumó triunfos en Balcarce, Necochea, Tandil, Las Flores, Mar Chiquita y General Alvarado, configurando un corredor opositor en la costa atlántica y el interior de la sección.
Del mismo modo, en la sexta sección electoral, la fuerza libertaria logró imponerse en Bahía Blanca, Villarino y Coronel Suárez, entre otros municipios. Estos resultados muestran que, allí donde la figura del intendente no tuvo el mismo peso que en el conurbano, el discurso libertario consiguió seducir a sectores medios y productivos del interior bonaerense.
En la cuarta sección, cuatro distritos claves quedaron en manos de La Libertad Avanza: General Villegas, 9 de Julio, Lincoln y Trenque Lauquen. Mientras tanto, en la séptima sección, Azul representó una de las pocas conquistas libertarias, ya que el resto del territorio se inclinó por el peronismo.
En la octava sección, correspondiente a La Plata, la victoria de Juan Ariel Archanco sobre Francisco Adorni -hermano del vocero presidencial- significó un golpe simbólico para Milei, al perder la capital bonaerense frente al candidato de Fuerza Patria.
Trasfondo político
Más allá de la aritmética electoral, los resultados bonaerenses fueron leídos como un plebiscito a la gestión de Axel Kicillof. El gobernador no solo reforzó su liderazgo provincial, sino que se consolidó como figura central dentro del justicialismo.
Su apuesta al desdoblamiento no estuvo exenta de críticas en el plano nacional, pero la contundencia del triunfo terminó por validar la estrategia.
Gabriel Katopodis, ministro bonaerense y candidato a senador provincial, expresó la síntesis política de la jornada al afirmar: «Hoy la provincia le pone un freno a Milei».
El peronismo venía de encadenar derrotas en varias provincias, lo que había generado un clima de repliegue. Sin embargo, la victoria en Formosa primero y ahora en Buenos Aires modificó el panorama.
Con un mapa mayoritariamente celeste, el PJ comienza a recuperar oxígeno y se posiciona con mayores chances de dar batalla en las elecciones nacionales de octubre. Buenos Aires, por su peso demográfico y simbólico, vuelve a ser el eje de esa disputa.
El libertarismo, en contraste, acusó el golpe. A pesar de haber retenido enclaves importantes en el interior, no logró perforar el corazón del conurbano ni disputar seriamente el poder territorial de los intendentes peronistas.
Actores centrales
La elección también mostró la relevancia de los intendentes como candidatos seccionales. Diego Valenzuela, de Tres de Febrero, consiguió una banca en el Senado provincial por La Libertad Avanza, mientras que Verónica Magario y Mayra Mendoza ingresaron a la Cámara de Diputados en representación de Fuerza Patria. }
En Mar del Plata, Guillermo Montenegro accedió al Senado bonaerense, consolidando su rol opositor.
Otros jefes comunales también lograron proyección legislativa: Diego Nanni, de Exaltación de la Cruz, alcanzó una banca en Diputados; Germán Lago, de Alberti, se incorporó al Senado; y Pablo Petrecca, de Junín, consiguió un lugar por la fuerza Somos.
En paralelo, todos los intendentes de Fuerza Patria que encabezaron listas de concejales lograron imponerse en sus distritos, reforzando la hegemonía local del justicialismo.
Fernando Espinoza en La Matanza, Jorge Ferraresi en Avellaneda, Juan José Mussi en Berazategui, Andrés Watson en Florencio Varela, Leonardo Nardini en Malvinas Argentinas y Mario Secco en Ensenada fueron algunos de los alcaldes que se anotaron victorias locales contundentes, consolidando un entramado territorial que volvió a confirmar su peso determinante en la política bonaerense.
El mapa final de la elección, con más de 100 municipios bajo control peronista, exhibió la vigencia de un modelo de construcción política que se sostiene en la capilaridad local.
Los intendentes no solo movilizaron votantes, sino que también se convirtieron en portadores de la estrategia provincial y nacional, configurando un tablero en el que el peronismo vuelve a emerger como la principal alternativa frente al gobierno libertario.