Por el otro definió en su favor, en una primera instancia, el liderazgo del peronismo bonaerense. No será él el nuevo presidente del PJ. Pero sí quien lo nomine.
La idea es poner al partido como motor de la estrategia, algo que de hecho asumió en los últimos meses contrariando a la propia Cristina al imponer el desdoblamiento que permitió que el peronismo, luego de 20 años, vuelva a ganar una elección de medio tiempo.
Un triunfo por partida doble. Contra el Presidente y contra Cristina, que había vaticinado que el desdoblamiento conducía a una derrota.
Para la expresidenta, un trago agridulce el del domingo. No digiere aún que los laureles se los haya llevado el gobernador y que, al menos, tres intendentes que estaban muy cerca de ella hayan tendido un puente con el nuevo hombre fuerte del PJ.
De hecho, sin cuidar las formas, Cristina no levantó el teléfono para felicitar a su otrora protegido, quien sin embargo expresa mantener una línea de respeto aunque no de subordinación, que sería un condicionante para un eventual balotaje.
El gobernador ganó en primer término por cantidad de votos. Superó por 13 puntos a La Libertad Avanza. Ganó por cantidad de secciones electorales, dado que se impuso, contra todos los pronósticos, en seis de ocho, y triunfó en cantidad de legisladores.
La frutilla del postre es que logró tener quórum y mayoría propia en el Senado de la provincia, lo cual le asegura poder avanzar en los acuerdos para la designación de cuatro ministros en el Superior Tribunal, un dato no menor en términos de poder real.
