Tras la declaración del último testigo de la causa, fue el turno de la lectura del alegato del Ministerio Público Fiscal, a cargo de Sergio Cáceres Olivera, que pidió que se condene a la imputada Noemí Lucía Alvarado «como partícipe necesario del delito de abuso deshonesto, en concurso ideal en corrupción de menores, en calidad de autora en concurso real con corrupción de menores, en calidad de autora dos hechos».
La fiscalía solicitó así «la pena de 10 años de prisión de cumplimiento efectivo, bajo la modalidad morigerada de prisión domiciliaria».
«Rosalía y Belén están aquí pidiendo justicia, una condena y que la verdad salga a luz», expresó Cáceres Olivera durante su alegato.
El juicio oral se le sigue solo a la docente jubilada (84) por «partícipe necesaria en abuso sexual deshonesto y corrupción de menores en calidad de autora», dado que su esposo Daniel Pacce, sindicado como coautor, falleció. El proceso comenzó a fines de mayo, y a lo largo de seis jornadas ya pasaron más de 15 testigos ante la Cámara Tercera en lo Criminal, presidida por Ernesto Azcona, e integrada por Virginia Ise y Natalia Kuray, y este miércoles se dio inicio a la lectura de los alegatos.
Las denunciantes Rosalía Alvarado, sobrina de Pacce, y María Belén Duet, hija de una docente que trabajaba en el mismo colegio donde Alvarado era directora, estuvieron presentes en la audiencia de hoy y fueron acompañadas por organizaciones y militantes feministas que realizaron una intervención en la vereda del tribunal.
Se señala que se trata de la causa por abuso sexual en la infancia más antigua del país en llegar a juicio, a través de la Ley 27206 de respeto a los tiempos de las víctimas, que canceló la prescripción de ese delito.
«MOMENTO HISTÓRICO» DE LOS HECHOS
Cáceres Olivera destacó la realización de este juicio ya que entendió que «evidencia el respeto de los tiempos de las víctimas y nos posiciona en las circunstancias y momento histórico en que estos hechos gravísimos ocurrieron». Y recordó que «comenzaron en el 1979, plena dictadura militar».
«Hemos escuchado durante el juicio lo que era la circunstancia social en esa época, lo difícil que era denunciar un caso de abuso sexual infantil, lo difícil que era recurrir a una comisaría o a la justicia y que estos tipos de delitos tan graves avanzaran, más aun cuando la persona acusada era una persona de poder, como el caso de Daniel Pacce (diputado) o de su esposa, que era directora de un colegio», indicó el fiscal.
Resaltó que es gracias a Ley de Respeto a las Víctimas que «esas niñas, que en ese momento no pudieron recurrir a la justicia, ahora pueden hacerlo. Pero reconoció que «el dolor hasta el día de hoy y para todas sus vidas las va a acompañar».
«LA HABITACIÓN DEL HORROR»
En otra parte de su alegato, Cáceres Olivera recordó el relato sobre aquellos años donde Rosalía apenas era una niña (entre 6 y 12): «Rosalía después de muchos años, comenzó a contar su verdad. Guardó silencio durante muchos años, solamente su pareja sabía el horror que le había tocado pasar de niña. Hemos escuchado a Rosalía contar sobre lo que ocurría en el domicilio del horror. Nos contó las situaciones en las que Noemí Alvarado la llevaba a la habitación donde la esperaba Pacce, y abusaba de ella».
Y apuntó: «Noemí es testigo de todo esto, presenciaba, tenía actitud activa. Estas circunstancias pasaron muchas veces, por esos los psicólogos que declararon hablaron de una situación de abuso sexual crónico, hechos que se repitieron durante muchos años».
«Nos contó de la caja de caramelos, de la habitación del horror donde pasaban películas infantiles y de distintitos hechos puntuales donde fue abusada y como surgían los artilugios de Noemí para llevarla al dormitorio de Pacce», recordó.
Se refirió además a la segunda denunciante, Beleén Duet, y como se encontró con la historia de Rosalía: «Escuchamos a Belén, nos contó este mismo mecanismo, que Noemi la llevaba de la mano a la habitación, cerraba la puerta y la dejaba con Daniel».
«Usaba distintos artilugios para facilitar y lograr que Pacce pudiera estar solo con las niñas y abusarlas, en todas las ocasiones ella participando activamente», sostuvo y añadió que estos hechos fueron corroborados por los testigos que declararon en el juicio.
Nombró así a la mamá de Belén Duet, quien era compañera de trabajo de Noemí y quien la enfrentó en ese momento ya que la pequeña logró contar lo sucedido. Al igual que su hermana quien también recordó estar en la casa de Pacce y en su habitación.
«Son circunstancias que se van construyendo con el tiempo y situaciones que se fueron verificando que utilizaba Daniel con la complicidad de Noemí para llevar a cabo este tipo de delitos», expresó el fiscal y aseveró: «Este el contexto de impunidad con el que se manejaban Pacce y Noemí en aquellos tiempos».
«LAS HUELLAS NO SE BORRAN NUNCA MÁS»
Cáceres Olivera también hizo especial hincapié en la intervención de las especialistas en psicología que trataron y tomaron declaraciones a ambas sobrevivientes y luego expusieron los resultados en el juicio.
Todas las especialistas, según subrayó el fiscal, reconocieron lo «verosímil del relato» y la «veracidad de los hechos» y los signos que ambas presentan compatibles con los de víctimas de abuso sexual infantil.
«Fueron contundente la declaraciones de Calorina Fule, psicóloga de Rosalía que la atendió desde 2016, que contextualizó sobre esto abusos y aseguró que se trató de una pareja de abusadores, una pareja perversa , la cual una no puede operar sin el otro», sostuvo.
Las profesionales también coincidieron en que «no hay ningún tipo de singo de fábula, de construcción ni injerencia de terceros» en los testimonios de ambas sobrevivientes.