Ante las previsiones que se manejan de la histórica bajante del río Paraná, que alcanzaría valores por debajo del cero en los hidrómetros, el ingeniero en Recursos Hídricos, Hugo Rohrmann, en diálogo con radio Facundo Quiroga, explicó qué significa eso y cuáles son las previsiones a futuro y las medidas que se toman al respecto. En primer lugar, el especialista explicó: «Cuando se pusieron las escalas para poder medir y tener una referencia de la altura del río, para la navegación, estamos hablando que la colocación de escalas en Corrientes y en Barranqueras se hizo a principio del siglo pasado, entonces se tomaron una serie de referencias de cuál era el mínimo, y en base a eso se definió poner el cero de escala y sobre esta marcación comenzó la medición de altura», indicó. «Con el correr del tiempo y hoy, a casi 120 años, nos damos cuenta que podría estar más debajo de ese cero, en el caso de Corrientes, el mínimo registro en esos 120 años fue de 81 centímetros por debajo de cero, está claro que esa medición de hace 120 años podría haber sido un poco inferior a lo que se determinó, pero cuando uno pone una escala para medir el río, lo que hace por un lado es ver cuál es el nivel mínimo que puede tener en función de lo que dice la gente del lugar, la gente de mayor edad que tiene algunos recuerdos; en grandes ríos como el Paraná, Paraguay y Bermejo se toma esa decisión», explicó. «En otros ríos, como el Negro, el Salado o Guaycurú, que son más chicos, uno busca directamente el cero en el ras del piso. Porque es muy probable que este río no lleve agua y coincide con esa situación, pero en casos como el Paraná eso no es posible; cuando nosotros decimos ahora que puede llegar al cero eso significa que tiene poca agua para ese río, pero es un montón de agua, decir 6 mil o 7 mil metros cúbicos por segundo es una enormidad de agua, pero está reflejando que a lo largo de esta corta historia de mediciones estaría en sus niveles mínimos y no es más que eso esta medición de los grandes ríos», detalló.
Asimismo, aseguró que «está claro que esta es una situación que ya se ha dado en la historia, por un lado, con lo que digo que no se puede adjudicar a un cambio climático, porque si en 50 o 70 años sucedió lo mismo significa que es un comportamiento que el río ha tenido ya en su historia y reitero que es según las mediciones de 120 años y este río tiene 10 mil años», comparó.
Por otra parte, en cuanto al manejo de esta bajante, Rohrmann señaló: «Por otro lado, en Brasil la situación tiene mucho más conciencia de lo que está pasando, están planificando hacia fin de año que es lo que va a suceder, no solamente con la alimentación de agua, sino también con la generación de energía, los niveles de embalse que tienen actualmente en promedio es de un 35% de almacenamiento útil y el año pasado a esta misma fecha estaban alrededor del 70%», dimensionó. Al tiempo que añadió: «Están haciendo estimaciones en base a las perspectivas de lluvias que no van a mejorar por lo menos hasta entrado el verano, y que el nivel de almacenamiento va a llegar a un 10%, eso significa que ya tienen que prever racionar la energía eléctrica y por supuesto el agua», consideró.
Al tiempo que ejemplificó: «En Curitiba con 4.500.000 de habitantes, capital del Paraná, de algún modo el corazón de la generación de caudales del río Paraná, están racionando el agua hace más de un año porque los niveles de embalse, de abastecimiento de agua potable, tienen una escala, que si está por debajo del 50% cortan tantas horas y dan tantas horas. Hoy han dividido la ciudad en cuatro sectores y están entregando agua durante 60 horas y durante 33 horas cortan», señaló. «Entonces, si uno analiza esa situación, está claro que es muy crítica, están previendo que va a haber racionamiento en la entrega al menos de la energía hidroeléctrica», resaltó. También indicó que la represa de Itaypú «está generando la mitad de lo que podría generar si hubiese caudal y Yacyretá también, tienen 20 turbinas que pueden generar energía, pero hoy están trabajando entre ocho y diez, es decir están trabajando a la mitad de su capacidad porque no hay agua suficiente», reconoció. Al tiempo que destacó «hay 60 represas, o más sobre la cuenca del Paraná, al no haber aportes, lluvias, lo que están haciendo es bajar el nivel, están decidiendo si generan energía o paran, esa es la decisión que están tratando de tomar con previsiones a tres o cuatro meses hacia adelante», explicó.
medidas
En cuanto a estas perspectivas de repunte, Rohrmann, indicó: «Si uno busca en los registros cuál fue la bajante más grande, en 1944 arrancó de vuelta y comenzó a subir recién hacia noviembre y diciembre de ese año, esas previsiones sobre esta base histórica nos está diciendo que si hoy en julio estamos en estos niveles cuál va a ser la altura que vamos a tener en septiembre y noviembre cuando las lluvias se hacen presentes. En este contexto en que la cuenca está seca, lo primero que van a tomar esas lluvias va a ser el suelo, después las represas, porque si estoy cortando el agua voy a tratar de juntar», anticipó.
«Nosotros que estamos aguas abajo del puente General Belgrano, de algún modo somos los últimos en enterarnos que va a haber una recuperación en esa gran bajante que estamos teniendo por segundo año consecutivo», advirtió.
Por último, el especialista opinó respecto al manejo de esta crisis que está realizando el país: «Me da la impresión, mirando las decisiones que están tomando en la Argentina, que no hemos tomado conciencia de la gravedad de la situación, hoy estamos viendo que están haciendo esfuerzo principalmente en las tomas de agua potable. Decía el año pasado que aprovechen la gran bajante, que hace 50 años que no se daba, para hacer una revisión, un diagnóstico de todas las tomas para que si ese fenómeno se repite, que en ese momento no sabíamos, tener un plan alternativo, y de acá a cinco o seis años tengo que mejorar claramente, garantizar el acceso de agua potable», recordó y contrastó: «Ahora estamos saliendo a la carrera a hacer eso, y todo lo que se hace de esta forma es mucho más caro, ni hablar de lo que significa en la navegación, en los peces y en la cuestión hidroeléctrica», enumeró. «Entonces es un llamado de atención muy claro que tenemos que hacernos para tratar que esta situación genere el menor impacto posible y decir las cosas como son para no tener problemas ante una contingencia que nos ponga en una situación muy crítica», opinó.
«Especialmente en esto que es la alimentación de agua potable, ahora estamos en invierno, entonces el consumo es mínimo, pero en la medida que comience a aumentar la temperatura en agosto y septiembre y la demanda aumenta en demasía y ahí aparecen los condicionantes de esta situación, con bombas que están trabajando durante mucho tiempo demasiado exigidas, entonces es una cuestión que hay que pararse, ver la gravedad de la situación, en la cual siempre lo peor es no saber cuándo termina, me parece que es el punto principal de preocupación de todos los gobiernos», finalizó.