A un mes del anuncio de la promulgación de la Ley 27621 que implementa la Educación Ambiental Integral (EAI) en todo el país, avanza en la Universidad Nacional del Nordeste el trabajo para su implementación y adaptación a toda la labor que en la materia viene desarrollando esta casa de estudios hace más de 25 años. Especialistas en la temática celebraron la nueva normativa como marco que «ordena» y garantiza la enseñanza en ámbitos formales de la educación, y destacan el enfoque integral e interdisciplinario que propone.
La Ley de Educación Ambiental Integral aporta un marco de garantías para una educación sustentable en los sistemas formales, puntualmente en el nivel universitario. Con la mirada puesta en lograr cambios sociales relevantes, como el compromiso ciudadano en el cuidado de los recursos naturales a partir de sensibilizarse y concienciación de la crisis ambiental. Además, en el caso puntual de la Unne, apunta a formar con esta perspectiva a futuros profesionales.
«Es lo que teníamos pendiente los educadores ambientales es la Educación Ambiental en los ámbitos formales del sistema educativo en sus diferentes niveles y modalidades», señaló la docente investigadora de la Unne, magíster en Ambiente y Desarrollo Sustentable con orientación en Educación Ambiental, Érica Peralta.
Como docente, recordó que «la presencia de la Educación Ambiental (EA) en ámbitos informales y no formales en América Latina cobra sentido ya en los años 50, y es impulsada desde los nuevos movimientos sociales hasta nuestros días». Y lleva un camino recorrido desde los años 70´en donde adquiere su patente internacional en Estocolmo 1972 y en la Conferencia de Tbilisi 1977, «en un contexto de crisis ambiental a causa de una variedad de problemáticas y a partir de reflexionar y cuestionar el modelo de desarrollo, la EA se convierte en una estrategia emergente para abordar la crisis ambiental del planeta», recordó.
«En esos años, se consolida un nuevo campo científico, académico y político de la Educación Ambiental (EA) que reconoce a la educación como una de las herramientas fundamentales para que las sociedades asuman su compromiso en la preservación y cuidado del ambiente, que incluye a los recursos naturales y culturales. Han transcurrido más de 50 años y podemos decir hoy que contamos con una Ley de Educación Ambiental Integral 27621 que asegura el derecho a la educación como una política pública», destacó.
Un enfoque
integral
La Ley de Educación Ambiental Integral 27621 sostiene en su artículo 2 que la EIA «es un proceso educativo permanente con contenidos temáticos específicos y transversales, que tiene como propósito general la formación de una conciencia ambiental, a la que articulan e impulsan procesos educativos integrales orientados a la construcción de una racionalidad, en la cual distintos conocimientos, saberes, valores y prácticas confluyan y aporten a la formación ciudadana y al ejercicio del derecho a un ambiente sano, digno y diverso […]».
Que en el texto de la norma se utilice la palabra integral «da cuenta del enfoque con el que pretende la EA abordar las cuestiones ambientales, aspectos que han sido discutidos por autores del pensamiento ambiental latinoamericanoque cuestionan el enfoque educativo simplista y fragmentado que tienen las ciencias (en este sentido no solo la EA) al momento de tratar estas temáticas», aclaró Peralta.
Así, la EA pensada desde la educación permanente y transversal «de algún modo también deja entrever el rol que viene a fortalecer esta ley», señala la especialista y destaca «los esfuerzos que vienen realizando docentes, alumnos, no docentes que conforman el sistema educativo argentino en materia ambiental». Por ello, resalta que esta ley integral «viene a acompañar y dar fuerza, sentido y marco institucional transcurridos desde los 70 hasta la actualidad».
La EA en las
universidades
«El desafío para las universidades es comenzar a construir la enseñanza desde paradigmas interdisciplinarios y crear las condiciones para un pensamiento crítico, reflexivo e innovador que posibilite a los alumnos adquirir esas herramientas desde la formación de grado, y por otro, ofrecer una formación integral capaz de fomentar e incentivar una conciencia ética y un compromiso activo para afrontar el manejo y la solución de problemas sociales», consideró en tanto la especialista.
La educación ambiental en materia científica-académica comenzó a gestarse en los años 70. «Por medio de cumbres, conferencias, seminarios, reuniones, programas, redes, entre otros eventos, que se fue desarrollando un proceso de asunción de responsabilidades de organismos públicos -privados direccionados hacia la construcción en el campo de las ciencias ambientales y en ese sentido el rol de las universidades latinoamericanas no ha estado ajena a ese compromiso, quienes se reconocieron implicadas en el propósito de hacer frente a la crisis ambiental», comentó Peralta.
«A partir de allí, y con un recorrido de unas cuantas décadas, se comenzó a incluir la dimensión ambiental universitaria mediante distintas acciones, como ser: la creación de centros, programas o institutos ambientales, el desarrollo de programas de posgrado, la incorporación de la problemática ambiental en la formación de grado, entre otros», agregó en un breve repaso de la historia de la EA en el nivel superior.
En el marco de la Ley de Educación Ambiental Integral 27621 capítulo II, artículo 2, se plantea y reafirma el rol de las universidades, a través de la Estrategia Nacional para la Sustentabilidad en las Universidades Argentinas (Ensua). Como parte de la Estrategia Nacional de Educación Ambiental Integral (Eneai), tiene como objetivo promover la gestión en las universidades públicas y privadas de todo el territorio nacional, a los fines de que dichas instituciones tengan herramientas para decidir incorporar la dimensión ambiental en todos los ámbitos que hacen a la vida universitaria, desde lo curricular a la gestión edilicia, la extensión y la investigación, con miras a la construcción de una cultura ambiental universitaria.
Más de 25 años de aporte de la Unne en materia ambiental
Hace más de 25 años que en la Unne se viene abordando y trabajando en el cuidado del ambiente de diferentes formas: incluyó la temática medio ambiental en sus políticas de gestión; la formación de posgrados, y el trabajo interinstitucional, con organismos públicos-privados, organizaciones no gubernamentales, fundaciones, escuelas, municipios, entre otros.
Como varias universidades latinoamericanas, inicia este compromiso en 1995 a través de la primera cohorte de la Maestría en Gestión Ambiental y Ecología, repetida durante tres períodos.
Se destaca luego la creación del Centro de Gestión Ambiental y Ecología (Cegae) en 1997, donde desde esos años hasta la actualidad, se desarrollan líneas desde la Gestión, Investigación y Educación Ambiental, teniendo como objetivo comprender, analizar y buscar herramientas para abordar la complejidad del sistema ambiental desde sus diferentes matices.
«En 2007 se impulsa ‘El proceso de ambientalización curricular’, que se logra implementar en forma conjunta entre el Cegae, la Facultad de Medicina y la Facultad de Ingeniería, teniendo como objetivo sensibilizar a los docentes acerca de la vinculación entre el ambiente y su asignatura, incorporando la dimensión ambiental en su dictado», recuerda la profesora adjunta en la cátedra de Educación Ambiental de Ingeniería.
Ese año, desde el Cegae, se crea la cátedra libre de Educación para el Desarrollo Sostenible y en 2009 la cátedra de Educación Ambiental pensada como eje transversal para todas las carreras de grado de la Unne.
Tres años después se suma al proceso de ambientalización curricular la Tecnicatura en Turismo (actualmente carrera de la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura -Fadycc), con el objetivo de incorporar la dimensión ambiental en el Plan de Estudios, incluyendo la perspectiva ambiental desde los inicios de la formación de técnicos y profesionales.
En 2012, a partir de la creación de la carrera de la Licenciatura en Gestión y Desarrollo Cultural dictada en la Facultad de Artes, Diseño y Ciencias de la Cultura (Fadycc), desde las cátedras de Ambiente y Territorio en Argentina y el NEA (donde Peralta es JTP desde 2015) comenzaron a desarrollarse temas vinculados a la educación ambiental.
Considerando la formación de grado en la Facultad de Ciencias Exactas, Naturales y Agrimensura (Facena), en el profesorado y licenciatura en Biología, hay una variedad de espacios curriculares que abordan temáticas ambientales, como en la Facultad de Ingeniería con la Tecnicatura en Gestión Ambiental (carrera a término).
En paralelo a esos años, en 2009 se crea la Red Argentina de Universidades por la Sustentabilidad y el Ambiente (Rausa), «lo que permitió que la Unne logre difundir los logros y resultados que se van obteniendo en la aplicación tanto de los indicadores como de la política de gestión ambiental para enriquecer las acciones en función de las experiencias con otras universidades», explica la investigadora del Cegae.
Esta red es parte de otras redes más amplias como la Alianza de Redes Iberoamericanas de Universidades por la Sustentabilidad y el Ambiente (Ariusa) y participó en el proyecto RISU (Red de Indicadores de Sostenibilidad en las Universidades).
En 2013 se crea el Consejo Asesor Consultivo del Ambiente (COAA), aprobado por Consejo Superior de la Unne, como órgano precursor de una política ambiental universitaria, en la cual participan integrantes de la comunidad universitaria (docentes, alumnos, no docentes, etcétera). Años más tarde el Consejo logró implementar líneas de acción relacionadas con el consumo responsable de la energía y la clasificación de residuos sólidos urbanos en el campus, contando con la participación de todas las unidades académicas de la universidad.