Los productores sienten el impacto de la escasez de repuestos, por la limitación a las importaciones. El problema puede derivar en días de parate de actividad. Por eso hay temor a que no se puedan cumplir las ventanas óptimas de siembra y cosecha, lo que afectaría los rindes.
No solamente los precios internacionales y las decisiones gubernamentales afectan al sector agropecuario, que al ser uno de los rubros más eficientes del país sobrelleva mejor que otros estos vaivenes. Pero cuestiones que el grueso de la población ni siquiera considera, complican el normal desenvolvimiento del campo, crucial para la economía argentina.
La falta de repuestos es una realidad que vive el sector. Conseguir una cubierta de tractor puede implicar recorrer cientos de kilómetros y pagar fortunas. No solo se trata de ese inconveniente; también del tiempo que conlleva y que no suele sobrar en el quehacer rural. Concretamente, las ventanas de siembra o cosecha no son tiempos a discreción del productor, sino períodos finitos en los que, si no se realizan las tareas necesarias, empiezan a aparecer pérdidas productivas, que llevan a menores ingresos.
Las trabas a las importaciones terminan afectando así al grueso de la economía, no solo al campo. Las múltiples cotizaciones del dólar, la falta de confianza el el peso y el faltante de divisas a pesar del cepo impuesto por el Banco Central son un importante escollo para el sistema productivo nacional, que depende del ingreso de bienes de capital para realizar sus labores. Y a pocas semanas de que la cosecha de trigo tome impulso y en la siembra de maíz empiecen los planteos tardíos, estas trabas pueden repercutir en la producción.
Los faltantes son varios: desde cubiertas de camioneta, tolvas, tractores, cosechadoras, sembradoras, hasta filtros, plaquetas electrónicas y otros componentes electrónicos y tecnológicos. A esto se suman otros problemas, como los aumentos en los insumos (fertilizantes y agroquímicos, que en algunos casos hasta se triplicaron sus precios), las restricciones para exportar carne vacuna o maíz, el desdoblamiento cambiario, la presión fiscal. La lista puede seguir, dependiendo de la actividad.
En este momento el temor de algunos productores, sobre todo de los contratistas rurales, es no poder hacer las labores “en tiempo y forma” si se presentan contratiempos como la pinchadura de un neumático o el desperfecto en algún componente. “La situación, si bien siempre fue problemática en lo que va del año, en los últimos meses se había normalizado, pero hace 20 o 30 días, empezó a haber una mayor demanda y con eso los faltantes”, indicó el presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Maquinaria Agrícola (FACMA), Jorge Scoppa.
Según Scoppa, solamente la siembra gruesa pone en funcionamiento unas 10.000 sembradoras a lo largo y ancho del país. Son miles de cubiertas rodando, y así aumentan las posibilidades de desperfectos y gastar valiosos tiempos de reposición. “Quizás las cosas se hagan fuera de tiempo y eso repercuta en los resultados. Las máquinas hoy no pueden estar una hora paradas y, por la falta de repuestos, pueden estar tres días paradas. La ventana de siembra y de cosecha hay que respetarla. No se puede demorar. La conclusión de todo esto es que el país no crece y que hay pérdidas por siembras a destiempo”, comentó.
A pesar de este problema urgente, el titular de FACMA no ve una solución en el corto lapso. Inclusive, pide por la “agilización de trámites” para que se liberen conteiners con autopartes varados en la Aduana para acrecentar, aunque sea en parte, la oferta. Pero más allá de esta solución parcial, pero “rápida”, Scoppa entiende que “hay un combo de complicaciones, que van desde los fertilizantes y agroquímicos, de los cuales se duplicaron los valores, que van a terminar afectando la producción. Para este año se proyectaba una superficie mayor de maíz con una producción de más de 50 millones de toneladas. A esta altura me animo a decir que no vamos a llegar a esa producción”.
Fuente: Infobae