El teletrabajo recibió un impulso espectacular durante la pandemia de coronavirus, permitiendo que mantuviesen su actividad muchas empresas y sectores donde es posible trabajar de manera remota, y elevando hasta máximos históricos el porcentaje de trabajadores que habían trasladado su oficina a su domicilio. Sin embargo, este despegue del teletrabajo no ha estado exento de consecuencias negativas.
Algunos teletrabajadores admitieron que esta modalidad incrementó su jornada laboral, y que no se pagaban esas horas extra. Por otra parte, este experimento puso a prueba la conciliación entre la vida profesional y personal, especialmente entre las mujeres, e incrementó la desigualdad laboral de género.
Precisamente, la nueva realidad de las oficinas y las residencias particulares en un entorno de teletrabajo fue uno de los temas analizados durante el XV Smart Business Meeting en España, dedicado a los retos y transformaciones que afronta el sector inmobiliario tras la crisis del coronavirus, en el que también se debatió sobre el impacto del trabajo en remoto en el sector inmobiliario, el comercio y las ciudades y acerca del futuro del trabajo presencial.
«Las oficinas van a ser completamente diferentes», afirmó durante el mencionado evento Leticia Ponz, vicepresidenta de Wires y responsable en España, Portugal y México de Unión Investment, un fondo alemán centrado mayoritariamente en el sector inmobiliario.
En su opinión, los puestos personales de cada trabajador en la oficina no volverán, destacando que esta tendencia «ya había desaparecido de grandes corporaciones como Microsoft, Siemens y muchas otras grandes empresas» antes de la pandemia.
Ponz explicó en declaraciones recogidas por Business Insider que la desaparición de puestos y despachos personales comenzó a producirse tras la pasada crisis con el surgimiento de las oficinas flexibles, por lo que considera que esta tendencia no es nueva.
La comparó con el «overbooking» en los aviones: «Si tengo 500 empleados, entre los que están enfermos, de viaje o in house en otra empresa, para esos 500 empleados necesito 400 puestos; esto ya se estaba haciendo antes de la pandemia», añadió.
Además, la responsable de Unión Investment destaca la importancia de la flexibilidad por parte de los responsables de las empresas: «Es el board y los directivos los que tienen que tener este cambio en la mentalidad, los empleados ya lo tenían, pero nuestros jefes en general no nos dejaban; ahora hemos demostrado que todo el mundo pudo ir a su casa y las empresas no se han hundido porque los empleados no trabajaran», detalló.
No obstante, Ponz reconoce que el esfuerzo de los teletrabajadores durante la pandemia se deben también a la preocupación generalizada por perder el empleo, por lo que prevé que la implantación del teletrabajo no será total ni afectará por igual a todo el tejido empresarial, dado que su desarrollo dependerá del sector, la empresa, los directivos que la gestionan o las tareas del trabajador, como en el caso de comerciales o desarrolladores.
«No va a ser que todos los empleados van a trabajar 3 días desde casa, sino que habrá empleados que no van a ir nunca o una vez al mes y otros que tendrán que seguir yendo todos los días, va a depender mucho del tipo de actividad», aseguró Ponz.