La cooperativa de teatro Sala 88 cumple 36 años de existencia, aniversario que se conmemora con la bandera de «El show debe continuar». Es un aniversario raro y diferente: el primero luego de la reinauguración, pero también el primero sin su presidente, fundador y motor: Hugo Blotta.
A un año y medio de un incendio que destruyó más del 80% del edificio la cooperativa y a cinco meses de la reinauguración la cooperativa -que hace 24 años se encuentra en French 845- cuenta con un edificio totalmente renovado, con tres espacios escénicos y en pleno proceso de recuperación de equipos tecnológicos (ya que los que tenía fueron consumidos por el fuego).
La cooperativa continúa hoy con los talleres de teatro, con el grupo Fulano’s y Teatro Musical Chaco, además de presentaciones en academias de diferentes ramas artísticas, siempre respetando los protocolos de bioseguridad a causa de la pandemia.
A este proceso la cooperativa llamó «Fénix, renacer desde las cenizas», pero el 5 de julio dio un giro inesperado ya que Hugo Blotta, el presidente y motor, falleció. Es así que entre lágrimas y desconcierto el equipo de Sala 88, más unido que nunca, hice bandera de la frase que él tanto repetía: «El show debe continuar», y el lunes 12 – después de una semana de estar cerrado por duelo- volvió a abrir sus puertas con la misión de mantener vivo el legado del teatro independiente y el arte autogestivo.
Un poco de historia
Sala 88 es un teatro ubicado sobre French 845 en la capital del Chaco, que se construyó a pulmón por el equipo de artistas y actores que integran la cooperativa. Además, es desde hace tiempo un espacio cultural para toda la familia debido a que ofrece múltiples actividades para niños, adolescentes y adultos.
Para conocer la historia de la cooperativa Sala 88 hay que remontarse a 1966 cuando Hugo Blotta y su familia vivían en una casa prestada por la Caja Popular de Crédito y Vivienda, «una propiedad con grandes galpones, los que sirvieron para almacenar la ayuda que el movimiento cooperativo nacional mandaba para los inundados», relató en otras oportunidades Hugo Blotta. En esos galpones ensayaba un emblemático grupo de teatro de los años 60 «El tablado» y es donde surgió su vocación.
Luego, en los años 80, Blotta formaba parte del Instituto de Teatro que por esa época cerró sus puertas. Los que quedaron integraron la Sala 88, una cooperativa de teatro, crédito, vivienda y consumo limitada».
En los primeros quince años de la cooperativa el trabajo fue a pulmón, base de espectáculos, actividades recreativas para niños y con muy poco rédito personal ya que la cooperativa no tenía edificio propio y siempre debía pagar alquiler de los espacios que ocupaba.
En plenos 80, Sala 88 aparecía como un espacio de teatro revolucionario para la época. En ese sentido, el actor recuerda que quienes integraban la cooperativa de teatro no estaban ahí para ser cooperativistas, sino porque querían ser actores en una provincia que, hasta ese entonces, no le daba el espacio que debía tener el teatro como parte de la cultura local.
De alquiler en alquiler, pero con el objetivo fijo en el edificio propio, los miembros de la cooperativa de teatro trabajaron más de quince años para ahorrar los fondos suficientes para adquirir un terreno y comenzar a construir el edificio de la Sala 88.
«El año 2000 nos encontró en un inmenso terreno de 25 x 45 metros y el desafío de construir la casa propia. Los planetas acoplaban y se sanciona la Ley 24800, la Ley Nacional de Teatro, ley que nos permite comenzar a hacer realidad este sueño colectivo. El país se derrumba en sucesivas crisis y Sala 88 perduraba.
Sala 88 fue y es un espacio de encuentro con el arte y la cultura para las familias.
En 2005 la construcción del edificio llegó a su fin. Tenían salones de ensayo, baños, una recepción y una hermosa sala con sillas y mesas para que el público pudiera disfrutar de noches de teatro, música y encuentros con amigos.
«Logramos construir lo que tenemos porque la gente nos acompaña, pudimos imponer una marca. Ahora hay dos o tres generaciones que saben que Sala 88 fue el primer teatro de la ciudad, estuvimos antes que el Guido Miranda y que la Casa de las Culturas», recordó Blotta.
Sin embargo, en febrero de 2020 el incendio devoró ese esfuerzo de los actores, luego llegó la pandemia y la historia de la Sala 88 parecía perderse hasta que comenzó la reconstrucción del edificio.