En el marco de su primera visita no oficial a la provincia desde que asumió la Presidencia, Javier Milei participó ayer de la inauguración del templo Portal del Cielo, de la Iglesia Cristiana Internacional. El imponente auditorio, con capacidad para 15.000 personas sentadas, es el más grande del país en su tipo y fue construido en las afueras de la capital chaqueña. Milei estuvo acompañado por su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y por el gobernador Leandro Zdero. La ceremonia fue encabezada por el pastor Jorge Ledesma, principal referente de la congregación.
«Es un placer estar en Chaco. Quiero agradecer al pastor Ledesma por la invitación y felicitarlo por este hermoso auditorio, el más grande dedicado a la fe en toda la Argentina», dijo el mandatario al tomar la palabra frente a un auditorio colmado. A partir de allí, desarrolló un extenso discurso con fuerte contenido ideológico, en el que volvió a cargar contra el socialismo, defendió los principios del capitalismo liberal y vinculó la prosperidad económica de Occidente con las raíces judeocristianas de su cultura.
«El camino hacia un cambio verdadero exige tres frentes de batalla», planteó el Presidente. «Desde la Presidencia encaramos el Frente de la Gestión, haciendo las reformas que la Argentina exige de forma urgente; luego está el Frente Político, que consiste en construir el poder institucional necesario para avanzar con esas reformas; y finalmente, el Frente de la Batalla Cultural, donde se libra la lucha más difícil: combatir las ideas del socialismo y promover la libertad», señaló.
Milei advirtió que esa batalla cultural es la más compleja, porque se libra en el plano invisible de las ideas que, según dijo, «han colonizado durante décadas la mente de los argentinos». Para ilustrar su pensamiento, recurrió a referencias históricas y religiosas. «Desde la Ilustración, hubo una convergencia espontánea entre la libertad, la ética del trabajo y el desarrollo económico, que alcanzó su máxima expresión en el capitalismo de libre empresa. Sin embargo, en las últimas décadas, la izquierda libró su propia batalla cultural y lamentablemente la ganó, instalando un relativismo moral y cultural que nos alejó de los valores fundamentales».
«El Estado es la representación del maligno»
Para Milei, la salida no es solo económica sino espiritual: «Por eso es tan importante la palabra del Creador: nos hace volver a la base de la cultura judeocristiana y salir de esta peripecia que nos ha hundido en la miseria».
En otra parte del discurso citó el capítulo 8 de Samuel, cuando el pueblo pide un rey y Dios advierte que terminará empobrecido y sin libertad. «Esa es la primera prueba de que el Estado es la representación del maligno», sostuvo. El ejemplo más contundente, añadió, aparece en Lucas 4:5, la tercera tentación de Jesús: el diablo le muestra «todos los reinos del mundo», es decir, los Estados, y le ofrece el poder sobre ellos si se arrodilla. «Ese poder –remarcó Milei– le fue dado al maligno, de modo que el Estado queda expuesto como su encarnación en la Tierra». Por eso, concluyó, cada avance estatal trae «pobreza, calamidades y miseria». Y entonces, con voz en crescendo, lanzó la exhortación: «Despertemos a la fe, porque eso es lo que nos traerá no solo el cielo, sino la prosperidad aquí también en la tierra».
Para sustentar la arista económica de su credo, el Presidente apeló a Jesús Huerta de Soto y a Alberto Benegas Lynch (h.), retomando la definición lockeana del liberalismo como «respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa de la vida, la libertad y la propiedad». Aquí volvió a la retórica bíblica: «No matarás, porque respetarás la vida; no codiciarás bienes ajenos ni robarás, porque respetarás la propiedad; y si el Señor nos hizo libres, ¿por qué un burócrata nos va a hacer esclavos?». El auditorio respondió con un aplauso que hizo vibrar el entarimado de madera, mientras el coro góspel ensayaba un acorde contenido para no tapar al orador.
El tramo más áspero llegó cuando arremetió contra «los hombres de izquierda» que pretendieron erigirse en portavoces de los trabajadores «mientras rechazaban la ética del trabajo». Acusó a la «casta» de haber construido «un sistema político, económico y social» destinado a despojar a los verdaderos trabajadores «para beneficiar a sus siervos y aduladores: los empresarios prebendarios, los políticos corruptos y los periodistas ensobrados». Ese engranaje, afirmó, negó identidades contables elementales como que «la emisión genera inflación», escondiendo el «agigantamiento del becerro de oro», metáfora con la que volvió a equiparar al Estado. Y se detuvo en el señoreaje, «el más cobarde de los impuestos porque recurre a la ilusión monetaria». Cada concepto era seguido por un giro dramático del cuerpo y la mirada a las primeras filas, donde se mezclaban funcionarios, pastores y militantes libertarios.
Reconocimiento a Zdero por su triunfo electoral
La invectiva derivó en un pasaje épico electoral. Milei interpretó los comicios de 2023 como «el reencuentro del pueblo argentino con los valores de la libertad» y, mirando al gobernador Leandro Zdero, lo felicitó por la victoria provincial. Los asistentes, muchos de ellos llegados en colectivos desde distintos puntos del Gran Resistencia, aprovecharon para corear «¡Libertad, libertad!» mientras agitaban pañuelos con la leyenda «Viva la libertad, carajo». Afuera, en los pasillos, vendedores ambulantes ofrecían remeras estampadas con la melena leonina del mandatario a tres mil pesos.
Llamó a no «reinventar la rueda»
En la parte final, el Presidente vinculó capitalismo y religión: «El capitalismo como sistema de cooperación social tiene una afinidad natural con los valores judeocristianos; entender la diferencia entre el bien y el mal y vivirla es la base de la prosperidad». Llamó a no «reinventar la rueda», sino a apoyarse en «la tradición milenaria que le dio luz a Occidente». Arguyó que el trabajo, el ahorro y la inversión surgen de hombres «dedicados a vivir vidas buenas» y que las instituciones «solo tienen que acompañar» ese proceso. Aludió entonces al futuro del país como un «edificio eterno» cuyas bases son esos valores, y afirmó que «Argentina será faro del mundo porque estamos despejando la tiniebla que llama sombra sobre la luz de la fe».
Cerró con un triple grito de guerra: «¡Que Dios los bendiga a todos, que las fuerzas del cielo nos acompañen y viva la libertad, carajo!».
Defensa abierta del capitalismo
A lo largo de su intervención, Milei hizo una defensa abierta del capitalismo como sistema moralmente superior. «Occidente está serruchando la rama sobre la que está sentado, creyendo que como aún no se rompió, nunca se romperá», afirmó. A su entender, el progreso que experimentó la humanidad durante los últimos siglos fue posible gracias a la aplicación sostenida de ciertos principios morales: «el trabajo como vocación, la responsabilidad individual, la previsión, el respeto a la ley», enumeró. Y citó al sociólogo Max Weber para sostener que «la ética protestante —la frugalidad, el trabajo duro, el ahorro y el sentido de la vocación— fue la matriz cultural en la que emergió el espíritu del capitalismo».
El Presidente profundizó su crítica contra el concepto de justicia social, al que calificó como una «quimera peligrosa» y lo vinculó directamente con la envidia y el resentimiento. «¿Desde cuándo la envidia dejó de ser un pecado capital para convertirse en una virtud?», se preguntó. Y añadió: «La justicia social no es más que envidia con retórica».