En Resistencia, el Día de la Independencia se celebró con comidas típicas, música y ferias populares, donde la tradición se mezcla con la necesidad de generar ingresos en medio de la crisis económica.




Desde muy temprano, el humo blanco y espeso del locro comenzó a trepar por los cielos grises de Resistencia. Ollas humeantes, fuego a la vista, asadores en plena faena y largas mesas con empanadas, pastelitos, tamales y pollos al horno de barro marcaron este 9 de Julio en cada rincón de la ciudad. Es el último locro del año —dicen—, ese que no sólo rinde homenaje a la independencia sino que también ayuda a paliar la economía golpeada de cientos de familias.





En la Peña Nativa Martín Fierro, epicentro cultural de la jornada, la tradición se vivió con fuerza: grupos folclóricos, bailes, banderas celestes y blancas, y una fila constante frente a las ollas.
“Es una fiesta patria pero también una forma de trabajar. La cosa no está fácil, así que cocinamos para vender”, contó una mujer, que junto a sus hijos ofrecía porciones generosas de locro. En general las porciones van desde los $7 mil a los $10 mil la porción, según el lugar. En algunos lados hay ofertas de dos porciones por $14 mil.



A pocas cuadras, en los barrios, se replicaba la postal: hombres con palas dando vuelta las carnes al asador, mujeres amasando empanadas, jóvenes vendiendo pastelitos por docena. Algunos para juntar plata para el club del barrio, otros para pagar la boleta de la luz. En cada caso, el 9 de Julio fue también una oportunidad de supervivencia.
“Es por la patria, claro, pero también por el bolsillo. Hacemos patria laburando”, resumió Jorge, otro chaqueño que que con su familia preparó pollos y otras comidas típicas de la fecha.









Mientras la peña avanzaba con chacareras, zambas y discursos, en las esquinas y plazas la celebración continuaba más silenciosa pero igual de significativa. El 9 de Julio en Resistencia se vivió como una mezcla de orgullo nacional y lucha cotidiana. Con sabor a tradición, pero también con urgencia.
Porque en tiempos difíciles, hasta el locro se vuelve resistencia.



Fotos: Osvaldo Ramírez