Un político que dio un giro de 360 grados para mal. La Intendencia ausente y la interna radical que enciende alarmas rumbo a 2027. En ese marco, empieza a crecer —todavía con pudor, pero con fuerza— la idea de reimpulsar a Aida Ayala. La exintendenta, históricamente taquillera en las urnas y con un núcleo duro propio, vuelve a aparecer como la única figura capaz de ofrecer una alternativa competitiva en Resistencia.El «factor Coqui» también cuenta mucho.¿Será la oportunidad para la «dama de hierro»?
El intendente de Resistencia estuvo prácticamente ausente durante sus dos años de mandato y su figura se transformó en un problema político de primer orden para un radicalismo que mira con creciente preocupación 2027.
En los pasillos del oficialismo chaqueño ya no se discute si la gestión de Roy Nikisch es débil. El debate es otro, mucho más incómodo: el intendente de Resistencia estuvo prácticamente ausente durante sus dos años de mandato y su figura se transformó en un problema político de primer orden para un radicalismo que mira con creciente preocupación un 2027 que se vuelve cada vez más cuesta arriba.
La capital provincial, históricamente termómetro electoral, hoy exhibe una administración sin rumbo, sin presencia territorial y sin capacidad de respuesta ante los problemas básicos de los vecinos. Diciembre fue el punto de quiebre. Las lluvias expusieron de manera brutal la falta de gestión: Resistencia quedó inundada no una, sino casi cinco veces consecutivas, sin obras de fondo, sin prevención y sin un intendente que diera la cara. Para miles de resistencianos, fue un mes negro que terminó de consolidar una percepción que ya venía creciendo: Nikisch no gobierna, administra desde la ausencia.
Diciembre fue el punto de quiebre. Las lluvias expusieron de manera brutal la falta de gestión: Resistencia quedó inundada no una, sino casi cinco veces consecutivas, sin obras de fondo, sin prevención y sin un intendente que diera la cara.
Asimismo, el llamado “factor Coqui” empieza a pesar cada vez más, no por su protagonismo actual sino porque el oficialismo no logra ofrecer una alternativa superadora. La UCR hace números y el resultado es lapidario: la gestión municipal no mueve el amperímetro y, peor aún, erosiona la imagen del gobierno provincial de Leandro Zdero.
En ese contexto aparece otro foco de conflicto: Alejandro Aradas, presidente del Concejo Municipal y también radical. Lejos de convertirse en una figura de contención o recambio, Aradas profundiza la interna y tampoco logra revertir su mala imagen, acumulando críticas crecientes de los ciudadanos por su rol político y su alineamiento con una gestión que no da respuestas. En voz baja, muchos radicales reconocen que un eventual corrimiento de Nikisch (una renuncia para que Aradas no sea el intendente) no resolvería nada si el relevo natural es una figura que tampoco genera expectativas positivas.
La preocupación dentro del oficialismo es clara: no hay liderazgo municipal, no hay gestión visible y no hay proyecto político atractivo. De hecho, el único plan concreto que impulsa Nikisch de cara a 2026 es el incremento de impuestos para aumentar la recaudación, una medida que cae pésimo en una ciudad donde los frentistas no ven reflejado ese esfuerzo en lo que más demandan: limpieza, calles arregladas y obras que eviten los anegamientos crónicos.
Puertas adentro del radicalismo, el diagnóstico es cada vez más crudo: a Roy Nikisch el cargo le quedó grande. La expectativa de una figura experimentada que ordenara la ciudad se diluyó rápidamente en una gestión gris, desconectada de la realidad cotidiana y sin proyección electoral.
En ese escenario empieza a tomar fuerza, aunque todavía con resistencia interna, la idea de reimpulsar la figura de Aída Ayala. La exintendenta, históricamente taquillera en las urnas y con fuerte anclaje territorial, vuelve a aparecer como la única carta competitiva en Resistencia para 2027. Su reciente absolución judicial reconfiguró el tablero político y rehabilitó a quien durante años fue considerada la “dama de hierro” del radicalismo chaqueño.
«Una caricia al alma volver a encontrarnos. Simplemente GRACIAS», el posteo del pasado 11 de diciembre de la «dama de hierro» en sus redes sociales luego de un encuentro con la gente en avenida Alvear 1356.
«Siempre hice política y la seguiré haciendo, con o sin cargo. Gracias a todos por el cariño y el apoyo de siempre».
Aída Ayala
A este panorama se suman otros movimientos que inquietan al oficialismo: el cierre del ciclo de Víctor Zimmermann en el Senado dejó a la UCR sin una referencia nacional fuerte, y Gerardo Cipolini, fiel a su histórico libre juego de caudillo ucerreista, terminó dejando en offside a Zdero ante Javier Milei, un presidente que mira con desconfianza a los radicales tradicionales y no cree demasiado en las lealtades dobles.
El libertario es un presidente que observa con desconfianza el juego autónomo de los dirigentes radicales tradicionales.
En política el tiempo corre rápido
Así, Resistencia se convierte en el espejo incómodo del radicalismo provincial: una Intendencia ausente, una interna que se profundiza y una ciudadanía cada vez más crítica. Con todos estos factores, el panorama se vuelve cada vez más complejo: una Intendencia sin rumbo, un liderazgo provincial condicionado y una interna radical que empieza a sincerarse. El problema ya no es sólo Roy Nikisch, sino lo que su mala gestión expone: la falta de un plan político claro para sostener al oficialismo más allá del corto plazo.
El 2027 todavía parece lejano, pero en política el tiempo corre rápido. Y hoy, en la capital chaqueña, muchos empiezan a asumir que el problema no es sólo quién gobierna, sino la falta total de un proyecto que entusiasme y responda a las demandas básicas de la gente.
Por todo eso, en Resistencia y en la UCR chaqueña, muchos empiezan a preguntarse si no se perdió demasiado tiempo apostando a una figura que nunca logró estar a la altura del desafío.