Vecinos de Resistencia, junto a organizaciones ambientales, profesionales e instituciones, reclamaron la inmediata recuperación del parque Caraguatá, un predio de unas 77 hectáreas al norte de la ciudad, que consideran el último pulmón verde del área metropolitana.
La protesta se centró en la prohibición de acceso al espacio natural y en el deterioro progresivo de sus instalaciones, actualmente utilizadas como depósito de vehículos y caballos secuestrados por la Policía.
«Hoy nos cerraron las puertas y nos prohíben entrar a cuidarlo. El Caraguatá no es solo un espacio verde: es parte de nuestra historia, nuestra cultura y nuestra identidad», expresaron los vecinos en un documento difundido públicamente.
El reclamo apunta a que la Legislatura chaqueña apruebe de manera urgente un proyecto de ley que lo convierta en Reserva Natural y Cultural, garantizando la conservación del humedal y la biodiversidad que alberga. «Exigimos: Reserva Natural Caraguatá ¡ya!», remarcaron.
Un patrimonio natural en riesgo
El Parque Caraguatá no solo posee valor ambiental. También es un sitio sagrado para las comunidades qom y wichí, que lo reconocen como territorio lleno de memoria y saberes ancestrales. «Al cerrarlo, nos quitan la posibilidad de seguir en contacto con nuestras raíces», denunciaron los referentes indígenas.
Durante años, el predio fue escenario de actividades educativas y comunitarias: caminatas, observación de aves, limpiezas, talleres de restauración y encuentros culturales.
Sin embargo, todo quedó paralizado tras el abandono estatal y el alambrado del lugar.
La situación actual es alarmante: caballos dañan el suelo y la biodiversidad, mientras que las instalaciones se deterioran. Lo que debería funcionar como un espacio de encuentro con la naturaleza, se transformó en un terreno abandonado y contaminado.
La voz de los ambientalistas
Sebastián Glibota, integrante del colectivo #CaraguatáReservaYa, recordó los intentos fallidos de urbanización del lugar: «Se construyeron parrillas, juegos, anfiteatro y hasta un lago artificial, pero todo eso fue incompatible con el resguardo del medioambiente. Al ser una zona inundable, todos los proyectos fracasaron».
Vanina Abrás, de la organización Árboles Urbanos, explicó: «Tenemos una reserva que debe ser declarada por ley ya, un hermoso pulmón verde con una diversidad biológica única y ancestral. El principal objetivo es conservar ese territorio sagrado del Chaco húmedo, fomentando la participación de vecinos, pueblos originarios e investigadores».
En la Legislatura
Hace varios años existen en la legislatura proyectos en discusión. El primero, presentado en 2021 por diputados de la Unión Cívica Radical, propone la declaración de Reserva Natural Provincial Caraguatá, mientras que otro, impulsado por el entonces presidente de la Legislatura, Hugo Sager, y el diputado Juan Manuel Pedrini, plantea la creación de un Parque Botánico Urbano Caraguatá, con fines educativos, científicos y recreativos.
Ambas iniciativas siguen sin resolución definitiva, lo que mantiene en incertidumbre el futuro del área, en medio de un contexto marcado por la crisis climática y la pérdida acelerada de bosques en la provincia.
proyectos fallidos
El Parque Norte Caraguatá se inauguró en 2001 con la intención de convertirse en un espacio de recreación para los habitantes de Resistencia. Se construyeron baños, quinchos, parrillas, juegos infantiles, pistas de patinaje, circuitos de caminata, un anfiteatro y hasta una cancha de fútbol.
Sin embargo, los intentos de urbanización fracasaron rápidamente debido a que el predio está ubicado en una zona inundable.
«El monte cuida lo que guarda en sus entrañas», reflexionó el colectivo #CaraguatáReservaYa, al señalar que, a pesar de los intentos de modificarlo, la fuerza de la naturaleza prevaleció.
En los años siguientes, la falta de mantenimiento convirtió a las instalaciones en ruinas, y el parque pasó a ser administrado de forma informal por familias del barrio Mapic, que lo mantuvieron abierto mediante un aporte solidario.
Más tarde, entre 2014 y 2015, se propuso trasladar allí el cementerio municipal e incluso hubo un proyecto de construcción de viviendas, pero ambos planes fueron frenados por ambientalistas y legisladores.
Actualmente, el lugar está dividido con alambrados: una parte fue entregada a la Municipalidad de Resistencia y otra a la Policía, que utiliza el predio como depósito de vehículos secuestrados. Para los vecinos, esa decisión significó un golpe durísimo.
«No sé para qué quieren semejante lugar para ir a tirar todos esos autos. Una lástima, a ellos no les sirve», lamentó Adriana Rojas, habitante del barrio Mapic y referente qom.
Su familia vive hace más de cuatro décadas en la zona y es fundadora del barrio Mapic, vecino al parque. «De chiquitas veníamos acá y usábamos sus hojas para hacer nuestras muñequitas. El monte nos enseñó a jugar, a crear y a vivir», recordó.
Biodiversidad:
un santuario natural
Los relevamientos realizados por organizaciones científicas y comunitarias confirmaron que el parque Caraguatá alberga una biodiversidad extraordinaria, comparable a la de áreas protegidas internacionales.
Según un informe del Club de Observadores de Aves Guaicurú y del colectivo Caraguatá Reserva Ya, se identificaron 197 especies en menos de un año de trabajo, entre ellas:
-95 especies de plantas, líquenes y hongos.
-57 aves y mamíferos.
-40 insectos y arácnidos.
-3 moluscos.
-2 anfibios y reptiles.
«El valor no es solo ecológico sino también cultural. Los pueblos qom y wichí reconocen al menos 80 especies vegetales y dos animales con 24 usos distintos: alimenticios, medicinales, textiles, artesanales y rituales.
Entre los ejemplos más destacados se encuentra la abeja Yateí o Rubiecita (Tetragonisca fiebrigi), utilizada ancestralmente como alimento y medicina, y el mejillón de río (Anodontities trapesialis), del cual las comunidades elaboran remedios y utensilios.
Cada planta, cada ave, cada insecto tiene un rol en este ecosistema. Estamos hablando de un sitio Ramsar, de valor internacional, que está siendo destruido por el abandono y el desinterés político», alertó Andrea Janin, investigadora y activista del colectivo.
El símbolo del caraguatá
El parque lleva el nombre de la planta caraguatá, una bromeliácea de hojas alargadas y bordes espinosos, cuyo centro se tiñe de rojo intenso al florecer.
Sus fibras se usan en la confección de artesanías, y su resistencia en condiciones hostiles se transformó en símbolo de lucha y permanencia para las comunidades que habitan la zona.
«Al Caraguatá tantas veces se lo corta, tantas veces rebrota. Así somos nosotros también», comparó.