El juez Casanello procesó por presunta obstrucción a la justicia a Ariel De Vicentis, a cargo de la seguridad del barrio privado de zona norte. Cree que fue él quien dio aviso a uno de los propietarios de la droguería Suizo Argentina para que escape durante los primeros allanamientos.
El juez federal Sebastián Casanello procesó al jefe de Seguridad de Nordelta, Ariel De Vicentis, por presunta obstrucción de la justicia a raíz de haber dificultado el procedimiento en el cual ordenó allananar los domicilios de los hermanos Kovalivker, dueños de la droguería Suizo Argentina, investigada en el caso de las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis).
De Vicentis fue indagado la semana pasada, a pedido del fiscal Franco Picardi, tras sospechar que fue él quien dio aviso a Jonathan Kovalivker –uno de los propietarios de la droguería– para que escape durante los allanamientos en el barrio La Isla.
Casanello tomó la decisión luego de encontrar evidencia de la existencia de un protocolo no escrito de cómo debe actuar la seguridad privada del barrio privado para no colaborar con las fuerzas de seguridad en casos de allanamientos. Nordelta, el exclusivo barrio cerrado del partido de Tigre, tiene más de una historia por allanamientos entre sus vecinos.
De Vicentis trabaja hace más de 11 años en la seguridad de Nordeltay la sospecha que llevó al fiscal Picardi a pedir la indagatoria surgió del relato de los oficiales de la Policía de la Ciudad que participaron de los primeros allanamientos ordenados por Casanello.
Aquel 22 de agosto, los policías escucharon que luego de pedir el número de la casa de Kovalivker en la garita de seguridad, el personal llamó a De Vicentis en altavoz y, por el diálogo, sospecharon de que se activó un aviso para evitar la detención.
En ese marco, habría desplegado “maniobras dirigidas a crear un escenario de confusión y resistencia para obstaculizar la orden judicial” y así logró frustrar “una parte crucial del procedimiento: la requisa personal (y el secuestro del teléfono de Jonathan Simón Kovalivker)”.
En la indagatoria, De Vicentis negó la acusación, pero se le secuestraron dos teléfonos celulares, que quedaron bajo análisis del Ministerio Público Fiscal. Además, Casanello ordenó nuevos allanamientos en los barrios La Isla y El Golf, donde se secuestraron los registros de ingreso y salida y las grabaciones de seis cámaras de seguridad para conocer los últimos movimientos de la familia Kovalivker.
Las reglas de Nordelta
El juez procesó a De Vicentis por “desobediencia a la autoridad, estorbo de un acto funcional y encubrimiento” con un embargo de dos millones de pesos. La decisión se tomó sin prisión preventiva, luego de encontrar evidencia como mensajes vinculados a un “protocolo no escrito que exhibe un modus operandi acerca de cómo no colaborar con las fuerzas de seguridad” en caso de allanamientos.
En uno de los mensajes de WhatsApp obtenidos del celular de De Vicentis, el ahora procesado instruía a uno de los guardias: “Reitero sea la fuerza de seguridad que fuere, nosotros no tenemos que facilitarle el camino a ninguno”.
“Para mí, esto estaba más que entendido, y no había necesidad de repetirlo, pero parece que sí. Tal lo sucedido anoche, si se presenta una fuerza de seguridad y está requiriendo información de vecinos, si tienen que realizar un allanamiento con la orden respectiva que lo hagan y con sus propios técnicos, para que busquen la información. Nosotros no tenemos que facilitarle el camino a ninguno», dice el mensaje completo.
También recordó que el «protocolo» de Nordelta implica la «inmediata intervención a Legales para que baje un abogado de ese departamento y corrobore si corresponde o no” el allanamiento. Y agrega: “Nadie facilita nada y nadie deja entrar a ninguna oficina, si en la documentación no está especificado el lugar»
Según reconstruyeron los investigadores, el jefe de Seguridad comenzó a llamar a todos los guardias, a quienes se les había advertido que no podían usar sus celulares hasta finalizado el operativo.
Los llamó “insistentemente” y “desobedeció ” así la orden dada a sus subalternos de no usar los teléfonos hasta “lograr ser atendido” por uno de ellos, de quien obtuvo “la información sensible que pretendía: que la policía estaba buscando a Jonathan y Emmanuel Kovalivker”.
Página 12