En pleno siglo XXI, unos 63 millones de mexicanos viven como analfabetos digitales por su incapacidad de interactuar con los avances de la tecnología digital ya sea por falta de acceso o por un deficiente entrenamiento para manejar una computadora y revisar internet.
Un dato brutal que ha quedado en evidencia con la pandemia con la cual todos fuimos enviados a casa sin mayor recomendación que mudarnos al entorno digital ya sea para trabajar o continuar con los estudios en el hogar.
Estos millones de personas se traducen en un 40% de la población mexicana que quedó en cero con las nuevas disposiciones y no pudo ni trabajar ni estudiar porque carecía del conocimiento y las herramientas para integrarse las redes de la informática.
Según los datos recogidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) no hay límite de edad en esta brecha, ya que el analfabetismo digital abarca a personas entre los 15 y 65 años de edad.
En este grupo los más afectados son sin duda los estudiantes. De acuerdo a la Unesco, el 24% de los alumnos mexicanos entre 7 y 17 años, no tienen acceso a internet y el 4% ni siquiera cuenta con televisión.
Una realidad que debe obligar al gobierno mexicano a continuar con la inversión en infraestructura de conectividad en lugares alejados para mejorar la señal de internet que facilite aprender e integre a pequeñas empresas con el mercado.
Solo de esta manera, México podrá abandonar los últimos lugares de competitividad en que ha caído luego de la pandemia.
En el caso de las Mypes, la brecha digital ahondó las diferencias con las grandes compañías, cerrando posibilidades de formar parte de una cadena productiva de exportación de la producción local.
Según el Centro de Competitividad Mundial del instituto suizo IMD, el país azteca perdió cinco escalones y cayó al puesto 54 en el ranking de competitividad digital de un total de 63 países evaluados.
Además de las cifras de analfabetos digitales, otras razones detrás de la caída son los problemas con el marco regulatorio paras las empresas operadoras, la deficientes infraestructura y la escasa inversión en una expansión de la conectividad.
El país también se ubica en el puesto 57 en el acceso a tecnologías de la comunicación, el número de usuarios de internet y el ancho de banda para la velocidad de navegación.
Pese a estos problemas, hay un deseo de aprender entre la población que se puede sobreponer a todas las dificultades tecnológicas por falta de inversión gubernamental.
De acuerdo a las principales plataformas de contenidos para el autoaprendizaje en promedio la demanda de cursos creció en un 300%, convirtiéndose el mercado mexicano en uno de los más prometedores en el mediano plazo.
Ya queda en manos del gobierno planificar la inversión en tecnología para superar las brechas digitales que, en épocas de pandemia, solo agravan los problemas de analfabetismo, pobreza y falta de empleo entre la población más vulnerable.